todos estamos igual

domingo, 26 de octubre de 2014

Escenas de la lucha de clases medias

Hoy viene Martín Rodríguez a La otra.-radio, FM La Tribu, 88,7. online.



por Martín Rodríguez *

Mi suegra nos regala entradas para oír un trío de cuerdas con piano en el Teatro Colón. Y nos cuida al niño esa noche. Todo sale redondo porque vamos al Colón, al trío de cuerdas, al exotismo pasajero. Tomamos un taxi y hacemos una parada intermedia para dejar a Manuel. El taxista que nos lleva, un hombre canoso, de 65 años, nos pregunta qué vamos a ver. Pregunta para abrir la charla y dominarla. Él nos cuenta que fue al Teatro San Martín hace un mes con su señora a ver una obra de Alfredo Alcón. Mi mujer le pregunta: '¿Van mucho al teatro?'. Por lo menos una vez al mes, dice. De ahí en más, apunta su ficha técnica: lleva cuarenta años casado, vive en Ramos Mejía, tiene dos hijos y cuatro nietos. Veo que es el titular del taxi. Me alegra. Lleva a los nietos al colegio, son los hijos de su hija (docente), que vive a cuatro cuadras de su casa, y van a un colegio privado. Para los hijos, la mejor educación, dice. Lo dice porque eso dice el dato de la educación privada: que una persona está dispuesta a pagar por algo que podría no pagar, hace ese esfuerzo porque piensa que es una inversión que va a volver en forma de ascenso social. Viajamos al Colón adentro de un protón de clase media, pienso. A veces, todo es socialmente evidente, como un rayo en el cielo sereno. Y no hablamos de política. El hombre, que ya está en edad de jubilarse y dedicarse al amor de los nietos, es el primer eslabón de una cadena de sacrificios ascendentes. Una familia, una célula productiva del esfuerzo por la felicidad y el 'no deberle nada a nadie'. ¿Qué es la clase media? Por ahí, ésa es la pregunta más productiva del pensamiento argentino: radicales que organizan a la clase media para brindarle servicios al Estado agroexportador; peronistas que crean un estado benefactor para ensanchar la clase media hasta el infinito sustituyendo importaciones; clasistas hijos de la clase media que cuestionan el límite del bienestar que el peronismo les dejó y los militares reprodujeron; peronistas de clase media que quieren cuestionar el carácter burgués del Estado y hacer un socialismo nacional; militares que matan a peronistas de la clase media para reorganizar a la clase media; radicales que llevan la bandera de la clase media hasta la república; peronistas y radicales que empobrecen a la clase media. Y así.

Llegamos al Colón. Por las escalinatas suben dos señoras, parecen trabajar para la existencia real del grupo de apellidos fúnebres que puebla con flores el diario La Nación. Teatro de clases. Llevan tapados de piel y guantes negros de cuero. Se congelan en las escalinatas, de golpe. Son los fósiles de una clase que no existe más, bajo una campana de cristal donde nieva. Música de cámara. Trío de cuerdas. El ruido seco del piano en la helada. La ciudad es una bulla cuerpo a cuerpo y por ahí hay uno que prende un fueguito en la plaza de Tribunales (¡nunca pasar de noche solo!). El taxista se pierde en el tumulto.

(...)

La clase media es lo que quiere ser, lo que dice que es, el 80 por ciento de los argentinos, según la palabra del antropólogo Alejandro Grimson a partir de una encuesta realizada por el IDAES-UNSAM en el área metropolitana entre 2012 y 2013. Dice Grimson: 'El ascenso social siempre genera una paradoja: aquel gobierno que protagoniza una transformación y permite la movilidad de amplios sectores cree que ellos van a estar agradecidos por siempre. Eso no es así. Cuando el desempleo deja de ser una preocupación, se construyen nuevos horizontes de expectativas'. A su vez, en julio de 2013, en Le Monde Diplomatique el sociólogo Ignacio Ramírez propuso una hipótesis que reproduzco de este modo: la clase media es kirchnerista y no lo sabe, es kirchnerista aunque no vote al kirchnerismo. Porque es el asiento de la cultura de la época. Es en 'esa clase' donde más apoyos reciben las políticas progresistas del gobierno (derechos humanos, matrimonio igualitario, intervención del Estado, etcétera). No votan al gobierno, pero sostienen su cultura. Podemos decir que el kirchnerismo es un movimiento de la clase media, aunque resulte, a la vez, una presencia conflictiva dentro de esa clase: la clase media es su ecología.

(...)

La 'gente' solidaria con el campo marcó el fin del primer gobierno kirchnerista: el del 70 u 80 por ciento de aprobación. Todos sus patrimonios simbólicos originarios -desde los derechos humanos y la renovación de la Corte hasta las políticas estatizadoras- tuvieron su centro en el corazón progresista de la clase media. Pero llegó un nuevo tiempo: el de la lucha de clases medias. Una lucha en el interior de esa clase. De algún modo, una pelea entre progresistas, entre las dos caras del progresismo: republicanos versus populistas. Nadie conoce mejor a un progresista que otro progresista. Para un progresista no hay nada peor que otro progresista. Las peleas por endilgar en otro el sobrenombre 'progre' prácticamente confirman la identidad progresista de quien injuria. Ese gesto renegado confirma el malestar de una pertenencia, lo que genera inversiones descontroladas, como cuando Sandra Russo se pelea con 'los progresistas' Tenembaum y Lanata. Gente que se conoce. No obstante, dentro del kirchnerismo lo que está en el centro (y ésa es su novedad) es el modo en que se articula de nuevo la relación entre clase media y peronismo (con la versión del populismo de Laclau a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes). Y eso significa, paradójicamente, una suerte de pertenencia vergonzante. Como si pertenecer a la clase media fuera un pecado originario en el que lavarnos la culpa: nadie se siente de clase media, nadie se ilusionó con la Alianza, nadie es sólo progresista. No hay fotos de los pasos por asambleas barriales o cacerolazos motivados en 1998 por Graciela Fernández Meijide.

(...)

* Fragmentos de su libro Orden y progresismo. Los años kirchneristas, Emecé, 2014.

6 comentarios:

Daniel dijo...

Qué grave error. No hay debate si no se parte de las premisas requeridas para un debate. Su energía la consumió el resentimiento que supieron amasar.

Anónimo dijo...

Ah, mirá vos, me vengo a enterar que el 80% del país es "progresista"...

Y de que el restante 20% no lo es (¿qué serán? ¿porotos de soja? ¿rabanitos?), porque... ¿porque no es de "clase media"?

Y además, del hecho de que todos ellos sean kirchneristas aunque ¿por algún efecto misterioso? muchos de ellos voten todo lo contrario, con total convicción.

Pobres, "ellos no lo saben, pero..." Martín Rodríguez lo sabe por ellos.

El subterfugio de recurrir al "argumento" de que "las peleas por endilgar en otro el sobrenombre 'progre' prácticamente confirman la identidad progresista de quien injuria", es casi ridículo. Macri es progre, pobre, no lo sabe.

Juguemos: ¿hasta los que "buscan endilgar en otros el mote de "garantistas", prácticamente son más garantistas que Zaffaroni"?. Oh, si, claro. Somos todos garantistas, cualquier debate al respecto es inútil e inconducente. Claro, claro.

Ahora, más allá de toda la maraña de conceptos superpuestos pegoteados y atados con alambre, ¿qúe carajo les pasa a todos con lo que sea que llamen "progresismo"?

Desde todas partes: están desde los que denuncian un "falso progresismo", hasta los que critican al "progresismo" por falso en sí mismo (en este caso, MR lo pone como una suerte de "ilusión" de la clase media, por la que ésta se pone a disputar inútilmente valores meramente simbólicos dentro de sí misma); pero casualidad, todos le apuntan al kirchnerismo: por no ser progresista, por serlo, por pretender serlo y no serlo...

¿Por eso esperan todos un "fin" del kirchnerismo? ¿Para remover el obstáculo que les permita ponerse de acuerdo con sus propias ideas?

En definitiva lo que esperan todos es "el fin de los tiempos", andan pensando el presente como una "desviación" de una pureza que se revelará después, o que fue antes.

"Los progresistas se asumirán progresistas", debe decir en algún pasaje del libro de las revelaciones de MR.

jfc dijo...

que foto! todos desprovistos de crema naranja, la crema o aerosol de las little miss sunshine yankys, hasta el goberna, altri tempi.
no se como será el libro completo de mr, pero el fragmento presentado me sugiere algo de rapidez en el análisis, ni siquiera en villa lugano o budge, se puede esquematizar así, y de última se podría decir que la llamada , clase, media, no es ni será una clase. ¿qué tal el cuarteto de cuerdas?

Anónimo dijo...

Ahora pensando me llama también la atención lo de "pertenencia vergonzante" a la clase media, en quienes tendrían una "relación nueva con el peronismo".

Lo que me parece es que pasa, "paradójicamente", todo lo contrario. No es una pertenencia "vergonzante". Es que el concepto "clase media" pierde su significación "identitaria", por así decirlo. Es que ya no se "es" de clase media.

¿Qué quiero decir? Por ejemplo, no habría "pertenencia vergonzante" en todo el espectro de personas que se vanagloria de "ser", por ejemplo "gente trabajadora", "que quiere estudiar, progresar", etc. en oposición a... (otras personas que supuestamente no, p.ej: un delincuente, un político o empresario corrupto, etc.)

Ese espectro es el que asume todos los valores asociados a la "clase media", como factores identitarios. Creen que son eso: "gente trabajadora, con ganas de progresar", etc.

Identificarse con ese espectro de valores, es independiente con ser económicamente o no, de "clase media". Ni siquiera es necesario "ser" algo de lo que se cree que es para creerlo.

Por eso, reconocer que ese espectro de valores, aunque en cierta medida de existencia ineludible, no son valor positivo de nada en sí, que son, sí, en parte mera "ilusión", y con todos los desaciertos que ello puede inducir... reconocer eso es todo un acierto, cabría decir un "progreso".

¿Por qué verlo como "pertenencia vergonzante"? Eso no es más que un "dictado" de MR: "ustedes son de clase media y punto, no quieran ser algo que no son".

¿Jauretche habrá sido también un caso de alguien de clase media con "pertenencia vergonzante"?

Alito Aep dijo...

M.R. discute con su propia estrechez de mirada, con sus prejuicios, a los que pone como premisas -como si fueran ideas comúnmente aceptadas- para luego poner en ridículo las conclusiones a las que llega a partir de ellas. Para seguirlo en esa operación, necesita que nos hagamos cómplices de su maniqueísmo (un maniqueísmo, además, canchero, o mejor dicho, gravemente despectivo para con el objeto de sus análisis).

Anónimo dijo...

Acabando de escuchar el programa, diría nomás que, si es por el objetivo general qué el dice tener, que es (más o menos) "dejemos todos los peajes simbólocos y hablemos del futuro", lo entiendo y comparto totalmente.

(Por ahí, el camino por el que cree que llega a eso no lo comparto, pero siguo más adelante)

A mi modo sostengo lo mismo. Incluso, en mi opinión, quienes pensemos en la necesidad de dar ciertas disputas culturales ("batalla cultural"), el "mensaje" en el fondo no debería se otra cosa que habilitar la posibilidad misma de un determinado "futuro", aunque aún "indeterminado", "libre", si se quiere.

Pero es un tema largo.

Lo que no me cuadra, siguiendo con lo de antes, es ese casi postulado totalizador de "la clase media es todo". Concepto con apéndices, además: como la clase media es "todo"(¿por qué?), y el kirchnerismo es el nombre que marca una época de esa clase (¿por qué?)... y el kircherismo "sintonizó" con la clase media a través del "progresismo"(¿por qué, toda CM es progre, o es una tautología nomás?), entonces, en cierto sentido... !Todos "son" progresistas! ¡Todos "son" kirchneristas!

De acuerdo con dejar de lado los preámbulos innecesarios, pero
por ahí seguro que no es. Digo, por el camino de "constatar" supuestas "igualdades de origen" (culturales o lo que fuere). Por caminos, además, muy "tautológicamente sospechosos", digamos.

Además, porque no deja de parecerme una imposición, bastante arbitraria: ¿seguro que todos son "clase media" (¿y todos "culturalmente K y progres"?) ¿seguro todos "quieren serlo"? Aún en el caso que fuera así: ¿debería ser así? ¿por qué? ¿qué hay de intrínsecamente "insuperable" en la clase media?

¿Y si el horizonte mismo de pensarse a uno mismo y al mundo desde la "clase media" fuera otra parte del "problema"? Realmente, no entiendo la postura casi conformista que asume en este aspecto (ah, si, la "vitalidad" de la clase media... bah... dejémoslo ahí)

Reconozco que, de última, sí, la "jauretcheada" fácil es inútil y hasta contraproducente. Pero eso no demuestra nada. Incluso, aun reconociendo los casos en que la crítica a la clase media viene del mismo tipo de horizonte que ella (viene de ella misma), aún así, eso no implica ninguna "trascendentalidad" de la identidad de clase media o algo así, como pareciera que la entiende...

¿Que somos, el "Homo Clase Media" ahora?

Me llama la atención. ¿Como poder animarse a pensar en superar, o aunque sea contrarrestar o mitigar las insuficiencias del capitalismo... como animarse a "pensar el futuro", sin pensar siquiera como posible el salirse un cacho del horizonte de posibilidades de la "clase media"?

Que el massismo tenga problemas con eso, bueno... pero nosotros? "Ahí" es donde yo no quiero estar.