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jueves, 30 de mayo de 2013

Stravinsky Boxing Club

A 100 años de La consagración de la primavera



Gastón Solnicki tiene por ahora una filmografía breve: süden, Papirosen y el corto Enjoy Yourself . A esta obra acaba de agregarse su primera performance teatral: Stravinsky Boxing Club, estrenada anoche en el Centro de Experimentación del Teatro Colón. Cuando vi süden (su documental sobre el último regreso al país del músico Mauricio Kagel) me impresionó su rigor formal para encarar el retrato de un artista tan complejo como Kagel. Detrás de la meticulosidad con que Solnicki trata el material que la obra y la persona de Kagel le brindaba se esconde su política de autor. Se trata de una rara primera película, porque el cineasta no quiere mostrarnos todo lo que piensa sobre el mundo (como a veces exige la ansiedad de los novatos), sino ceñirse escrupulosamente a su objeto: volvía Kagel a su ciudad, después de muchos años, consagrado mundialmente, consciente de que tal vez fuera la última vez (lo fue, pero eso queda fuera de la película). Hay varias capas de sentido superpuestas en una estructura de apariencia límpida: süden puede verse como el retrato de un artista célebre, una interrogación inquietante sobre las condiciones en las que se produce el arte en Argentina, un film sobre la capacidad de escuchar o un ensayo sobre las tensas y no del todo exploradas relaciones entre cine y música. Están todas esas capas, ninguna en desmedro de la otra, y la obra no luce para nada recargada, sino ligera y graciosa. Solnicki maneja con destreza todos estos elementos pero da la sensación de que cuenta con un resto que no necesita mostrar por ahora.

Después Solnicki hace Papirosen en la que su estrategia autoral vuelve a ser la misma, aunque a  la vez se trate de una película muy distinta a la primera. Ante todo porque ahora Solnicki filma a su propia familia en un grado de intimidad muy riesgoso: lo cual equivale a decir que se filma a sí mismo. A él no lo vemos nunca pero todo el tiempo vemos a través de su propia mirada, por lo que Papirosen pasa a integrar el subgrupo muy pequeño de películas filmadas totalmente en cámara subjetiva. Acá de vuelta hay una tensión apenas escondida entre una tonalidad ligera, cercana a la comedia, y el tratamiento de asuntos directamente intratables: genocidio, suicidio, vínculos filiales cruzados por el interés económico, negación maníaca de los traumas familiares... Uno de los rasgos más extraños de Papirosen es su que estructura narrativa es difícil de descifrar, a pesar de que transcurre de forma muy fluida. La historia avanza y retrocede en el tiempo, entre la huida de sus abuelos de las garras del nazismo y la actualidad, sin orden cronológico ni carteles indicadores, pero todo se entiende sin esfuerzo. Una vez más queda la sensación de que el cine de Solnicki se asienta sobre bases invisibles pero sólidas. Una especie de autoconciencia formal muy discreta, que solo se percibe de forma indirecta, en virtud de su eficacia.

Ahora acabamos de conocer su primera incursión en el teatro, Stravinsky Boxing Club. En realidad, se trata de una performance que surge como una extensión/anticipo de su próxima película. La última vez que vino a La otra.-radio Solnicki nos adelantó que estaba haciendo una nueva película, titulada por el momento Italpark (no sabemos si aún conserva ese título). El proyecto surge a propósito de los 100 años del estreno de La consagración de la primavera, la obra de Igor Stravinsky que marcó definitivamente la música del siglo XX. El centenario se cumplió precisamente ayer, el día elegido para presentar la obra en la salita del subsuelo del Teatro Colón. En ese espacio reducido se encuentran una serie de elementos a primera vista heterogéneos: un barítono, un dúo de pianistas (los tres vestidos de gala), una mujer que amasa en una mesa colocada en medio la performance, un grupo de bailarinas que elongan o hacen ligeras coreografías al ritmo de la música que tocan los pianistas o canta el barítono, y un par de boxeadores que se entrenan para terminar peleando un round al final de la obra. Lo que esta coexistencia produce oscila entre la disonancia y una suave interacción. El barítono, además de cantar, lee fragmentos de una disertación de Leonard Berstein sobre el contexto en el que irrumpió la música de Stravinsky y lo que constituye su caracter distintivo: la politonalidad (ejemplificada a través de la superposición de dos acordes triádicos: el do mayor y el fa sostenido mayor, que por separado suenan simples pero que simultáneamente generan una tensión armónica inquietante), la polirritmia (varios patrones rítmicos de 2, 4, 6, 8 y 12 tiempos que se superponen, se intercalan, se relevan, dibujando estructuras complejas), la irregularidad en la distribución de los acentos, que suenan "como las trompadas de un boxeador" y lo que la disertación denomina una "expresividad objetiva" que se libera de la pesada subjetividad de la música del siglo XIX (Schubert, Schumannn, Chopin, Wagner) para expresar no el alma del artista sino el sonido del mundo. En esta expresión del sonido del mundo, sugiere el ensayo, Stravinsky combina la novedad radical con el retorno a la prehistoria, hundiendo sus raíces en lo más profundo de la tierra. Politonalidad, polirritmia, irregularidad, coexistencia de lo arcaico y lo contemporáneo también son efectos que produce la puesta de Solnicki en el subsuelo del Colón. Quizás sea la presencia de los boxeadores el elemento más discordante en el contexto de una ceremonia burguesa, como no puede dejar de ser toda velada en el Colón.

Como derivación de una película por hacer, Stravinsky Boxing Club confirma y anticipa que Solnicki sigue manifestando su interés por la forma sin renunciar a una percepción del mundo, esa expresividad "objetiva" que Bernstein le atribuye a la música de Stravinsky. Por lo que informan las gacetillas, la película en ciernes, Italpark,  incluirá además el registro de un reciente viaje de Martha Argerich al país y "la supervivencia evolutiva de los cangrejos en las costas de Japón" (sic). Será digno de verse. Mientras tanto, hoy jueves y mañana viernes todavía puede verse en el CETC, Stravinsky Boxing Club.

Y el domingo en La otra.-radio la seguimos con los 100 años de La consagración de la primavera. Viene nuestro musicólogo de cabecera Cristian Bonomo. 


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