todos estamos igual

jueves, 25 de agosto de 2011

Cuchillo de palo


El anti-psiquiatra Ronald Laing dice que el funcionamiento de toda familia está regido por una triple prohibición no explícita:

La regla A dice: “No”.

La regla A1 dice: “La regla A no existe”.

La regla A2 dice: “No se discute acerca de la existencia o inexistencia de las reglas A, A1 y A2”.

Desde esta perspectiva, la institución familiar, el ámbito de los afectos tiernos y del resguardo ante el mundo hostil, se encuentra atrapada dentro de una celda de paredes invisibles. Quizá no exista en el mundo una barrera más difícil de franquear.

En los últimos años, apareció un género de películas en las que el miembro de una familia empuña una cámara y de manera más o menos voluntaria expone esa imposibilidad, la deja al descubierto: Tarnation (Jonathan Caouette), Santiago (Moreira Salles), M (Nicolás Prividera), Fotografías (Andrés Di Tella), Los rubios (Albertina Carri), Criada (Matías Herrera Córdoba, de próxima proyección en este ciclo) o Intimidades dd Shakespeare y Víctor Hugo (Yulene Olaizola) son variantes de este asunto. Algo más que documentales en primera persona, se trata de films políticos en diversos grados, en la medida en que en todos ellos la privacidad abre sus pliegues para dejar entrar la luz de lo público.

Cuchillo de palo, de la cineasta paraguaya Renate Costa, pertenece a este tipo de películas. Dice la realizadora:

"Era invierno. Mi papá nos llamó urgente. Habían encontrado el cuerpo desnudo de mi tío en el suelo. Había gente agolpada frente a su esquina. La policía separaba a los curiosos. Mis parientes estaban ahí. Me pidieron que entrase y eligiese la ropa con la que se le iba a velar. Me acerqué a su ropero: estaba vacío.

Cuando pregunté de qué murió me dijeron: “de tristeza”. Aquella respuesta contradecía todos mis recuerdos sobre su vida. Rodolfo fue el único hermano de mi padre que no quiso ser herrero como mi abuelo. En el Paraguay de los ochenta, bajo la dictadura de Stroessner, quería ser bailarín.

Esta es la búsqueda de las huellas de su vida y el descubrimiento de que fue incluido en una de las “listas de homosexuales o 108”, arrestado y torturado por ello.

Todavía hoy en Paraguay cuando te dicen “ 108 ” te están diciendo “puto, maricón” y es una ofensa grave. Durante más de una generación, el tiempo que duró la dictadura de Stroessner, los hombres que despertaban sospecha de ser homosexuales o contrarios al régimen eran el blanco preferido de los “pyraguë” (vecinos colaboradores con el régimen).

La historia de Rodolfo desvela una parte de la Historia escondida y silenciada de mi país".

12 comentarios:

julieta eme dijo...

genial. tengo muchas ganas de verla.

julieta eme dijo...

de las películas que mencionás yo vi M, Fotografías e Intimidades... siempre me digo que tengo que ver Tarnation, pero nunca encuentro el momento... y Criada espero verla con ganas también.

besos.

julieta eme dijo...

te dejo una nota que seguro no te va a gustar:

http://seminariogargarella.blogspot.com/2009/04/cine-y-desigualdad-bafici-y-aledanos-3.html

pero por ahí sirve para debatir o algo así...

julieta eme dijo...

ahora que veo que en los comentarios aparece mencionada la película La risa, creo que esta nota ya te la había pasado antes... pero bueno, no recuerdo bien...

Fernandoc dijo...

Conozco al protagonista de la película, y a través de él pude conocer a su hija, la directora. La vi en el Bafici el año pasado, es realmente muy conmovedora. Que bueno que puedan pasarla uds. Saludos.

Lukas dijo...

En el Bafici ganó el premio: Derechos Humanos. Tambien la vi en aquella oportunidad y fue muy fuerte, darme cuenta que el padre de Renate, estuviese en la misma sala. Recuerdo los sentimientos encontrados que me generó ese tipo...Pero lo importante es que La directora lo interpela y pone en evidencia sin crueldad. No se equipara con los comentarios de el y de algunos de sus familiares. Pega un salto cualitativo y eso es lo que la hace una gran película. De lo particular, uno puede pensar lo general y sus consecuencias

Esteban dijo...

Buenas, habría que aclarar en la promoción del ciclo que tiene un costo de 15, que si bien es un bono contribución, no es opcional. Saludos.

Oscar Cuervo dijo...

También es opcional anunciar el precio de la entrada, no hay ninguna obligación de poner el precio. Y es opcional quedarse o no a ver la película.

Esteban dijo...

jaja qué sensible che, es gracioso, cómo si te diese bronca tener que decirlo, tal vez sentís que es como una mácula a la estética de la otra; el dinero, maldita realidad...
Yo lo decía con buena onda, a mí me parece respetuoso con el que va al ciclo dejar claras las reglas del juego; obligación o no, prefiero pensarlo como un deber parresíastico...

Oscar Cuervo dijo...

Esteban:
en realidad pareciera que te da bronca tener que pagar. No hay ningún deber de aclarar lo que resulta natural: el 99 % de las proyecciones que se hacen en Bs As son con entrada paga. Quizá haría una aclaración si fuera entrada gratis. Sucede que no se me da por subsidiar tu esparcimiento. Y por otro lado, lo que escribo en mi blog lo decido yo.

Un deber parresíaco sería que firmes tus prédicas morales con nombre y apellido.

Esteban dijo...

jaja, no se trata de que me de bronca tener que pagar, tal vez tenga poca plata, y el viaje a capital más la entrada sea demasiado, entonces es bueno saber de antemano. Es claro que este blog es tuyo, y que en él el yo (el tuyo) es algo importante, lo del taller a veces suena como un eufemismo...
Y si pongo mi nombre y apellido qué cambia, vas a iniciar acciones legales?
Lástima, un tipo con tanta fuerza e ideas copadas también se puede portar como un miserable perejil.
Adios a mis años de amor con la otra, es el tiempo del desengaño.

Oscar Cuervo dijo...

Podrías suponer, ntes de emprender el viaje, que el ciclo tiene un costo operativo que incluye el mantenimiento del proyector, con una lámpara de vida útil limitada, un equipo de audio para que la película suene bien, como efectivamente suena en el auditorio, personal que atiende el bar, gacetillería, etc. Es una suposición que podrías manejar, ya que tenés que lanzarte a un viaje tan largo hasta acá. La probabilidad de que te cobren una entrada en cualquier proyección es alta. Como no soy una fundación de beneficiencia y no recibo subsidio del estado, lo más justo es que el espectador haga su aporte.

El hecho de exigir una actitud de parresía y no dar tu nombre completo marca tu actitud de "has lo que yo digo pero no lo que yo hago". Eso es lo que cambia.

Adiós: no se te va a extrañar, puesto que no ha sido mucho lo que diste.