todos estamos igual

viernes, 31 de octubre de 2014

Cristina no sería abogada y tendría un hijo discapacitado oculto: la derecha ya no sabe cómo entrarle a la Presidenta

La furia desbocada del relato antiK


El tema del certificado analítico y el título de abogada de Cristina es una huevada, por eso no me había parecido necesario decir nada al respecto. Marca más que nada la desesperación de la derecha, que no sabe cómo entrarle a la presidenta. 

El diario La Nación, a través de Poliarquía, reconoce que ella tiene un 40 % de imagen positiva (¡después de 7 años de presidenta y de 11 años de kirtchnerismo!).

En julio, cuando Griesa y el poder financiero global quisieron dibujar un pseudo-default, el dólar a futuro se negociaba en NY a $ 9,90 argentinos; ayer admitieron esos mismos sectores que prevén para el 31 de diciembre un dólar a $ 9. Es decir: la corrida cambiaria que se intentó con toda la furia en estos meses está cediendo, después de que el gobierno desalentara con todos los gestos la expectativa megadevaluatoria. 

También se apostó a un vaciamiento de las reservas del BCRA, pero ayer se activó el acuerdo de swap entre Argentina y el Banco Central de China y hoy las reservas superaron los 28.100 millones de dólares. Esta es solo la primera etapa del acuerdo con China, que podría llegar a un total de 11.000 M de dólares. 

Aislados del mundo no parece que estuviéramos, sin reservas tampoco. 

Corridas como esta se llevaron puestos a varios gobiernos anteriores. Cristina resiste y mantiene la iniciativa con un proyecto de ley por semana (esta semana es el de las Telecomunicaciones). Martín Rodríguez estuvo este domingo en La otra y decia con ironía que en esta etapa en la que el mandato de Cristina llega a su fin, en lugar de retraerse, la presidenta se dedica a proyectos "faraónicos" (esa es la palabra que usó, escuchar acá). Él da por sentado que lo sensato sería que la iniciativa política del ejecutivo vaya decreciendo. Pero esa receta se conoce como "pato rengo" y es un seguro de capitulación ante el establishment, lo que han hecho los gobiernos en retirada mientras su poder se evaporaba. 

Nelson Castro, con un criterio parecido al de Martín, se indigna porque Cristina pretende gobernar hasta el último día. Como si el año final de un mandato naturalizara la idea de un poder vacante. Esa no es la idea del kirchnerismo, que por lo visto no actúa según los criterios de normalidad. Martín Rodríguez, que no ahorra críticas a la presidenta, dice que él tiene confianza en la clase política. Me pregunto a qué parte de la clase política se refiere. Le digo si piensa en Binner y me dice que no, que Binner no. ¿Qué parte de la clase política ofrecería una superación de los déficits de Cristina? Me gustaría saberlo.

Mientras esperamos a esa clase política que despierta la esperanza de los desesperanzados, los empresarios reunidos en el Coloquio de Idea (un sector poderoso del país que nunca se presenta a elecciones pero pretende fijar el programa del próximo gobierno e impedir que Cristina siga gobernando hasta el último día de su mandato) aplauden a rabiar a un energúmeno que sale a gritar que Cristina no tiene título de abogada. Los escépticos dicen que el negocio del país dividido es parte del relato K. Pero esos tipos que actúan como caceroleros son dueños de grandes empresas. ¿Serán una coregografía de Fuerza Bruta también, como los pibes que fueron al velorio de Néstor?

Ahora que parece haber amainado la corrida cambiaria, cuando el garrochazo hacia Massa no termina de empezar, la agenda derechisita prepara un cacerolazo para el 13N y probablemente algunas policías provinciales acuarteladas. Unas semanas más adelante vendrían los saqueos, según se ilusionan Lucas Carrasco y el Tata Yofre. El menú no cuajó el año pasado, pero es posible que este año lo vuelvan a intentar. Veremos.

Mientras tanto, hay que reunir masa crítica para las puebladas estivales y la circulación de la sospecha sobre la inexistencia del título de abogada de la presidenta parece un recurso in extremis. Quizás de un momento a otro algún constitucionalista salga a gritar a voz en cuello que Cristina tiene un hijo discapacitado oculto. Algún día estas huevadas se recopilarán como curiosidades de época. Hoy son un síntoma de que no hay un modelo de país alternativo que la derecha pueda presentar para conquistar votos y entusiasmo.

Walter Curia es un periodista opositor de un diario muy opositor como El Cronista,. a quien esta semana se le ocurrió confirmar que Cristina se había recibido de abogada con muy buen promedio. 

Yo vi el analítico: es abogada

Para decir eso se respaldó en investigaciones que había hecho hace 10 años cuando trabajaba en Clarín. La publicación de la nota motivó el repudio furioso de la minoría intensa que se sostiene sobre el odio a Cristina. A menos que todos ellos sean parte también de Fuerza Bruta.

Acá está la nota de Curia:

WALTER CURIA

Atención: esta es otra nota sobre periodismo. El que lo desee, con todo derecho y para su bien, puede bajarse ahora: esto es material de consumo para la redacción. Ayer me devoró la grieta. Otra vez di un paso sin prestar mucha atención, sin hacer cálculos y... glup. Por mayor que sea el esfuerzo de Luis Majul con su museo, esto va a seguir así hasta el final. Paciencia.

El miércoles publiqué en este diario un texto para la columna ‘Cronista por un día’, que comparto con otros colegas. Vengo escribiendo con regularidad sobre cuestiones vinculadas al fenómeno Vaca Muerta, un tema que me despierta curiosidad. Alterno con algún asunto del día, más o menos de agenda. Siguiendo la iniciativa del diario, que un día antes llevó a la tapa, conté lo que sabía sobre el paso de la Presidenta por la facultad de Derecho de Universidad de La Plata, entre 1972 y 1979, una cuestión que volvió a cobrar inusitada actualidad. Como acertó mi mujer: de la noche a la mañana, pasé de cipayo a quintacolumna rentado del kirchnerismo.

Lo que dije en la nota era que hace diez años estuve en La Plata buscando información para una biografía sobre Néstor Kirchner. En un marco de estricta reserva –mi pedido no había sido hecho por canales oficiales– accedí a los certificados analíticos de estudios del entonces Presidente y de su mujer, la diputada Cristina Kirchner. A propósito del reclamo que hizo el doctor Daniel Sabsay, una persona honorable, recordé la información que había obtenido y que aún conservo entre unos viejos apuntes. Fechas de ingreso, promedios, fechas de graduación. Lo que allí pude obtener. Ella había sido mucho mejor estudiante que él, me aseguraron entonces. Creí en la información de mis fuentes: eran los responsables de la facultad, que además estaba en manos de la oposición, garantía de imparcialidad. Era insospechada la idea de que ninguno de los dos Kirchner hubiera salido de allí sin su título de grado.

Bien temprano, la nota de El Cronista estalló en la redes sociales. Periodistas de medios kirchneristas, antiguos compañeros algunos, retuitearon el texto como una proclama vindicativa: Vieron, putos. Si hasta este tipo lo dice, no hablemos más. Colegas de medios oficiales/paraoficiales celebraron la novedad como la victoria definitiva en el caso del título de la Presidenta. No solo periodistas: desde el kirchnerismo rabioso parecían haberse sacado una bolsa de arena de la espalda. No voy a dar nombres, por pudor.

Más tarde, diría después del mediodía, empezó a llegar lo del otro lado. Era inadmisible que se hubiera insinuado que la Presidenta se había recibido de abogada. Ah, ¿así que no les sacaste una foto a los analíticos? ¡Te mostraron una copia trucha! Pasaste por nabo, viejo, ¿Cuánto cobraste por la operación? ¿Che, qué está pasando con El Cronista que publican esta mierda? (Completo acá)

jueves, 30 de octubre de 2014

Los trenes en mi vida

por Lidia Ferrari

Quizá se pueda narrar la historia de un país de acuerdo a cómo se ha viajado y se viaja en tren.

Me llamó la atención una nota sobre los trenes en Estados Unidos, pues es extraña a la idea que se hacen las colonizadas cabezas que piensan que en USA todo es mejor. A partir de allí no pude dejar de hacer una retrospectiva de mi historia con los trenes, que es también reflejo de la historia de Argentina.



Estación de tren abandonada en Oakland, California

En los ’70 viajaba todos los fines de semana de Retiro a San Pedro, a 170 km de la capital, donde vivían mis padres. Tomaba el tren el viernes a la tarde o el sábado a la mañana y regresaba los domingos a la tarde. Había varios horarios disponibles y elegía aquellos que se adecuaban mejor a mis actividades. Vivía con zozobra sacar el pasaje de ida en la estación Mitre, de Retiro, pues llegaba con los minutos contados y la billetería siempre cambiaba de lugar. Para el viaje de regreso se había institucionalizado un procedimiento que sólo después de mucho tiempo juzgué como debí haberlo juzgado en ese momento. El tren que venía de Rosario tenía varios coches. Los que subíamos en San Pedro nos agrupábamos en un mismo vagón y uno reunía el dinero de la “coima” de cada uno de nosotros que, en algún momento, sería depositado en la mano del guarda. No recuerdo quiénes eran los recaudadores pero sí que no nos parecía nada anormal. La evidencia de que no era tan normal era que el dinero se lo daban al guarda a escondidas. Pero se había naturalizado esta costumbre. Ignoro cómo había comenzado. Un tanto como me ha ocurrido en algún ómnibus de Roma, en el cual me he sentido sapo de otro pozo cuando me veo la única que validó el boleto. Tanto el chofer como los romanos que suben están de acuerdo en la cuestión de no pagar. Algo que no me ocurre en la ciudad donde vivo; la única vez que mi tarjeta no funcionó, el chofer me hizo bajar sin opción a reclamo. La diferencia entre el guarda del tren de los ’70 y el chofer de Roma es que éste no parecía recibir ninguna dádiva por hacerse el sota.

Así las cosas, aún en esas condiciones, teníamos varios trenes para elegir. A partir de la década del ’80 las frecuencias ralearon hasta llegar a esa década nefasta de los ’90, en la que los trenes a San Pedro y a tantas ciudades del interior desaparecieron. No había más trenes. Sólo ómnibus y no demasiados. Fue la década en la que comenzaron a funcionar los minibuses, muchos de ellos truchos, cuando los hombres casi no tenían otra opción de trabajo que hacer de remiseros.



San Antonio de Areco

A fines de la década del ’80 me tocó visitar en los fines de semana el pueblo de Abbott, en la próspera zona agraria de la provincia, a 80 km de Buenos Aires. Ya para ese entonces no llegaban los trenes a ese pueblo que comenzó a formar parte de la serie de pueblos fantasmas. Una señora que allí había vivido su infancia y juventud contaba que de joven concurría todos los días, si, “todos los días” a su trabajo en la capital pues los trenes no sólo eran más rápidos que como lo fueron después, sino que siempre salían a horario. Calculo por su edad que debe haber viajado cotidianamente en las décadas del ’40 o ‘50. Pasados unos 40 años, no sólo ya no había trenes en el pueblo, sino que faltaban las gentes para habitarlo. Destino inevitable cuando un tren deja de circular: la muerte del pueblo.

En los ’90 viajaba a la zona sur del Gran Buenos Aires en tren. Con el correr del tiempo tuve que dejar de hacerlo debido a su mal funcionamiento y deterioro. La última vez que tomé el Roca para ir a La Plata recuerdo muy bien la congoja que me produjo espiar desde la ventana esas estaciones grises y desmanteladas, donde pocos seres taciturnos parecían esperar algo que nunca llegaría. Dejé de tomar el tren y con el tiempo se volvió un objeto inexistente en mi vida. La molestia o el disgusto de no tener un tren para tomar desaparecieron, para dar lugar al vacío de lo que uno ya no espera, como si los trenes nunca hubieran existido. La única vez que viajé al gran país del Norte estuve en Los Angeles. Un amigo me mostró las vías de ferrocarril fuera de uso mientras me contaba cómo en Estados Unidos hubo una intención explícita de anular los trenes, construyendo grandes carreteras para incentivar la industria automovilística y las ganancias de las petroleras.

Y así el círculo se cierra. Cuando leo esta nota sobre los trenes en USA, viene a mi mente esta historia mía con los trenes, una historia que me es tan personal y emotiva como lo es para la realidad de un país cuando, desde una voluntad política, se elige tener o no tener trenes. Como la vida mía, la de cada uno de nosotros se transforma de acuerdo a la voluntad política de algunos que van a decidir si en tu vida vas tener que andar en carro, de a pie, en tren, en auto, en bicicleta.



Montgomery, Alabama

La nota que disparó estas reflexiones se titula: “El suplicio (o no) de viajar en tren en EEUU: 614 kms en 11 horas”. [Acá]

En la nota se narra la aventura de quien la escribe, que para recorrer poco más de 600 km desde Los Angeles a San Francisco, el viaje en tren le tomó más de 15 horas, sin tener otra opción que la de ir en coche o en avión. Se pregunta cómo se llega a esta situación en Estados Unidos y dice que en el año 2000 había los mismos kilómetros de vías de tren que en el año 1881. Esto, en el país más desarrollado de la tierra es, sin duda, una decisión política. La misma que se tomó en nuestro país en la década del ’90. La nota se ocupa del tema porque parece que ahora, los yanquis, quieren tener un tren de alta velocidad y parece que le piden asistencia a los españoles. Suena increíble que un recurso maravilloso como el tren haya sido totalmente dejado de lado en el país del Norte, cuando no hay ningún otro medio de transporte que cumpla con objetivos de sostenibilidad, rapidez y seguridad, como lo hace el tren. Pero claro, es un medio público, que ofrece un servicio social a los que trabajan o deben viajar y que no garantiza rentabilidad económica, único motor de la vida del país del norte.

Estación abandonada en Cincinatti

La del tren es una inversión que se debe hacer por la sola intención de ofrecer un servicio público, uno de los mejores que tiene la sociedad para ofrecer. No puedo dejar de pensar, frente a esta noticia sobre los trenes en Estados Unidos que me ha hecho recordar mi historia con los trenes, en el impresionante cambio que vive nuestro país con una política de Estado que ha decidido recuperar un bien tan preciado para el pueblo, sobre todo, para el pueblo trabajador, como son los trenes. Los que usan el tren diariamente saben muy bien de lo que estamos hablando.

Al final tenía que ser


Juan Mayo y Maximiliano Diomedi se presentan juntos por primera vez para celebrar el misterio del encuentro artístico. Una canción poderosa irrumpió con fuerza inusitada hace unos meses, a 600 km de Buenos Aires y dejó una marca. Entre músicas de sus respectivos discos en solitario, se juntarán arriba del escenario para poner a dialogar sus voces y mostrar sus composiciones a cuatro manos, cuatro oídos y dos cantos. "Al final tenía que ser". Y será nomás.

Viernes 31 de octube
Centro Cultural de la Cooperación
Av. Corrientes 1543

miércoles, 29 de octubre de 2014

Algo pasó, será que el tiempo murió

Martín Rodríguez // Charly García // La otra para escuchar clickeando acá



En la última emisión de La otra.-radio estuvo como invitado el periodista - ensayista - poeta Martín Rodríguez, autor del libro Orden y progresismo. Los años kirchneristas, donde por "kirchnerista" no debe entenderse necesariamente una identidad política sino más bien una época, o mejor dicho el fin de una época, o quizás el comienzo del fin de un comienzo. 

Por eso, en el libro de Rodríguez, también tiene su lugar una hipótesis sobre el rol cívico que tuvo Charly García a lo largo de años, desde los 70, haciendo los discos en los que se ponía no como vocero de cada generación, sino más bien como el extemporáneo que nombra la soga en la casa del ahorcado. Por ejemplo: en Instituciones Charly se politiza de un modo raro, narrando la violencia del 74 con una mirada extrañada y lúcidamente distante para una etapa que había naturalizado la violencia. Y así todo el tiempo: en el 79 García narra la consolidación del plan económico de la dictadura en Grasa de las capitales; en el 83 canta la transición hacia la democracia con Clics Modernos, diferenciándose del mero ejercicio de la memoria, poniendo siempre un toque de inquietud en los consensos bienpensantes. La clave en Charly, dice Rodríguez, no es "memoria" sino "inconsciente". No canta el ideal, sino lo que es.

En un programa irreductiblemente charlysta como La otra, había que hablar o hablar de eso Y había que escuchar ese lado insidioso de Charly, no las canciones más exitosas sino las más intempestivas: "Tango en segunda", "El show de los muertos", "Ya no te quiero", "No importa"... Ah, y ahí hay una honda coincidencia con la mirada de Rodríguez. No importa. Después fuimos hacia territorios en los que nuestros acuerdos se nublan. Hablamos del tema de la época, es decir del kirchnerismo. En un programa como La otra que, igual que Casey Wander, pasó toda su existencia durante el kirchnerismo, era ineludible hablar de eso: es lo que nos tiene a todos tan cautivados, a algunos bien, a otros mal, a otros más o menos. 

Una ráfaga del programa:  

Maxi Diomedi: ¿Vos estuviste entusiasmado con el kirchnerismo?

Martín Rodríguez: ¡Sí! ¡Muchos momentos de entusiasmo!

MD: ¿Y ahora estás desencantado?

MR: Yo voy a decirlo así: siempre tuve un espíritu crítico, pero en algún momento no se concilian la pertenencia con las ideas que uno tiene. No quiero ser cristiano, pero entre pertenencia y verdad, yo ahí elegí verdad. Elegí mi modo de pensar y no negociar más mi lugar de enunciación. Y que estén adentro los que creen, porque no tiene sentido... Me fui de un lugar al que querían entrar todos (se ríe). Cuando yo me fui era como irte al conurbano a las 10 de la mañana por la autopista, todo el mundo está viniendo. El ejército de reserva de kirchneristas que querían entrar era enorme. Pero como a mí la guita me chupa un huevo, me parecía más importante hacerme un lugar en la... Siempre escribir es un acto de soberbia, y yo tenía ganas de hacerme un lugar pensando y escribiendo sobre lo que veía de la política, y bueno, fue un acto más de amor propio que de amor a un colectivo, ¿no? Sin embargo, no practico el ácido sobre los que tienen amor por lo colectivo, y trato de pensar críticamente sin generar un callejón sin salida.

OC: Cuando vos decís "la guita me chupa un huevo", eso parecería sonar como que todos los que están...

MR: No, no, no. Quiero decir: en algún momento yo tenía en mi vida personal que conjugar, si laburaba, me parecía más honesto conmigo mismo, bueno, qué sé yo.

MD: ¿Es difícil mantener el propio lugar de enunciación perteneciendo?

MR: Y, es difícil. A mí me gustan las tensiones. Por eso la gente te quiere ubicar, te dicen "vos sos massista", se ponen nerviosos... en pequeños nichos donde uno discute, no estoy diciendo que me siento una persona juzgada socialmente ni mucho menos, pero lo que yo noto es que, en el ecosistema donde hablamos y discutimos la política, a mí me interesa... Yo trabajo en Radio Nacional, en el programa de Mario Wainfeld, mantengo un discurso crítico, bueno, voy llevándolo de un modo lo más honesto posible y me gusta ir por ese punto medio... No punto medio en el sentido de la búsqueda de un equilibrio, o una tercera posición frente a los antagonismos, ¡no! Pero sí a que no me siento cómodo ni en el kirchnerismo emocional ni en el antikirchnerismo emocional. Voy poniendo pesos en los platillos más livianos a medida que avanzo. (NdelaOtra: Entero, con canciones y conversaciones, lo pueden escuchar clickeando acá).



Ya no te quiero dejar de cojer
ya no te quiero dejar de mantener
ya no te quiero desestructurar
ya no te quiero dejar de olvidar.

Ya no te quiero, ya no te quiero
algo pasó, será que el tiempo murió
ya no te quiero.

Ya no te quiero dejar de garchar
ya no te quiero dejar de rehabilitar
ya no te quiero dejar de halagar
ya no te quiero dejar de dejar.

Ya no te quiero (no, no)
ya no te quiero
algo pasó, será que el tiempo murió
ya no te quiero.

Ya no te quiero dejar de mentir
ya no te quiero dejar de transgredir
ya no te quiero desintoxicar
ya no te quiero dejar de dejar.

Ya no te quiero (no, no)
ya no te quiero
algo pasó, será que el tiempo murió
ya no te quiero.

Ya no te quiero (no, no)
Ya no te quiero (no, no)
Ya no te quiero (no, no)
Ya no te quiero (no, no)
Ya no te quiero (no, no)

martes, 28 de octubre de 2014

Bajame de este árbol

Take me to church, Sinead O'Connor


No quiero amar del modo en que antes amé
no quiero amar de ese modo nunca más
¿para qué estuve escribiendo canciones de amor?
no quiero escribirlas nunca más
no quiero cantar desde donde antes canté
no quiero cantar de esa manera nunca más
¿para qué estuve cantando canciones de amor?
no quiero cantarlas más,
ya no quiero ser esa chica nunca más
ya no quiero llorar más
ya no quiero morirme
así que bajame de este árbol
cortá la cuerda que me ata
sentame en el piso
yo soy la única a quien debería adorar.

Oh, llevame a la iglesia
hice tantas cosas malas que me duele
sí, llevame a la iglesia
pero no a esa que lastima
porque ahí no está la verdad
y no es eso lo que vale la pena.

Voy a cantar canciones de amor y de perdón
canciones de comer y de beber,
canciones de vida, canciones que llamen en la noche
porque las canciones son como un rayo de luz
y el amor es el único amor al que tendrías que invitar
canciones que no te dejen quedarte quieto
canciones que reparen los huesos rotos
y que no te dejen solo
así que bajame de este árbol
cortá la cuerda que me ata
sentame en el piso
yo soy la única a quien debería adorar.

Oh, llevame a la iglesia
hice tantas cosas malas que me duele
sí, llevame a la iglesia
pero no a esa que lastima
porque ahí no está la verdad
y no es eso lo que vale la pena.


¿Me estás hablando a mí?

Héroe frente al espejo


Baisers volés, cine francés, comedia romántica, 1968, François Truffaut, Jean-Pierre Léaud.

Taxi Driver, cine norteamericano, psycho-noir, Martin Scorsese, Paul Schrader, Robert De NIro.

Sendas escenas detienen el avance de la narración para que los protagonistas se replieguen sobre sí mismos, se tilden en su mismidad. El galán neurótico y el héroe psicótico. El género se ha vuelto imposible.



lunes, 27 de octubre de 2014

Latinoamérica: nos alegran las derechas derrotadas y nuestros populismos imperfectos


por Oscar

"No coincido con los 'izquierdistas' que dicen que hay que votarlos (a los del Frente Amplio uruguayo) porque son lo menos malo, no. El FA es la mejor herramienta que ha construido el pueblo uruguayo para conquistar derechos, por eso hay que mantenerlos en el poder político" escribía Willy Villalobos anoche desde la orilla oriental. Su afirmación tiene una aplicación directa a la realidad política local. No solo porque cualquier resultado en los países cercanos repercute sobre los procesos de toda la región, sino porque en la valoración de la experiencia del Frente Amplio se ponen en juego cuestiones análogas a las que nos llevan a decidir si apoyamos o no apoyamos al kirchnerismo.

Willy no esquiva ninguna crítica hacia la experiencia frentista uruguaya, ni menos aún a un político tan conservador y poco amigo de Argentuna como es Tabaré. Pero puede reconocer que hay una continuidad histórica en la construcción de la "mejor herramienta" con que el pueblo uruguayo conquista sus derechos. En estos días hemos visto cómo algunos uruguayos queridos entre nosotros, como la cantante Ana Prada o el actor Mateo Chiarino, les pusieron el cuerpo y el alma a la campaña por la victoria del Frente. Se ve más clara la necesidad de posicionarse en estos escenarios si iluminamos el caso uruguayo con el triunfo de Dilma en Brasil y si vinculamos los embates de las derechas en esos países con la derecha argentina.

A Dilma parecía que se le haría cuesta arriba, pero llegó, contra las predicciones y los anhelos de la prensa y el establishment continentales, que trataron de dibujarles un aura ganadora, primero a Marina y luego a Aécio Neves. "Ganó Dilma en Brasil y también el estatismo; mercados preocupados" titula Ambito Financiero, cada día un poco más corrido a la derecha, equiparando el valor del voto de decenas millones de ciudadanos brasileños con el nuboso ánimo de mercados intangibles e iracundos. Tan iracundos como los expositores del coloquio de IDEA de este fin de semana en Mar del Plata, que no quieren esperar que el actual gobierno cumpla la totalidad de su mandato y quiere imponer una agenda de transición que viola toda normativa institucional y le marca la cancha a los futuros ocupantes de la Rosada, a quienes suponen más dóciles.

Imaginen lo que sería la derecha argentina si en estas últimas semanas hubieran perdido el PT, el Frente Amplio o Evo.

Imaginen la tapa de La Nación si ganaba Neves o Marina, o si ayer en Uruguay ganaba Lacalle. O si la quincena pasada perdía Evo en Bolivia.



"En Latinoamerica se acaba el turno de los populismos": hubiera sido el título clavado de Carlos Pagni del día después que no llegó. No pudo ser. Ahora la redacción de La Nación se las va a tener que ingeniar para decir por qué Dilma, el Frente Amplio o Evo sí son auténticas experiencias populares y el kirchnerismo no. De hecho, Pagni, que en semanas anteriores se regocijaba con las complicaciones que aguardarían al gobierno argentino si Brasil daba por terminado su ciclo petista, olvida súbitamente su interés por la política regional y augura hoy que la probable reunificación de la CGT complicará seriamente al gobierno. En realidad, la unificacipon de la CGT será una buena noticia, porque se volverá un obstáculo para cualquier intento de que el establishment local e internacional intenten imponer un ajuste drástico a un futuro gobierno. Massa y Macri son los que deberían preocuparse por un sindicalismo unido.

Y esta amargura cegadora del periodista-espía de La Nación no es patrimonio exclusivo de la derecha derecha explícita. También hay mezquindad en los desencantados, que desde una supuesta crítica por izquierda niegan legitimidad a la política kirchnerista. Siempre es más fácil saludar a la distancia a gobiernos populares mientras se se hurta el cuerpo a la disputa política cotidiana en la que uno está implicado. ¿Son Dilma o Tabaré demócratas más legítimos que Cristina?

Hace poco decía Claudio Scaletta"Brasil llegó a las últimas elecciones en recesión. (...). "Los números, que siempre aburren, son en este caso deprimentes: en el trienio 2008-2010, el PIB se expandió algo más del 4 por ciento anual. En los tres años siguientes, 2011-2013, el avance se redujo a la mitad, a un magro 2,1 por ciento, siempre anual, lo que significa estancamiento cuando la medición se realiza per cápita. Ya en 2014, la economía acumuló dos trimestres seguidos de caída, es decir, entró en “recesión técnica” de acuerdo con los estándares internacionales. Según el IBGE la contracción fue del 0,6 por ciento en el primer trimestre y del 2,4 en el segundo. En la macroeconomía, el PT no pudo ser más conservador. Privilegió la búsqueda de superávit fiscal, con un fuerte ajuste en 2011, y el combate a la inflación por sobre el crecimiento. Incluso si se toma el ciclo largo del viento de cola de los precios de las commodities, Brasil creció por debajo del promedio regional y alrededor de la mitad que Argentina". 

Los implacables críticos argentinos de Cristina tendrían muchos motivos para condenar "el relato del PT" si proyectaran su hostilidad local a la realidad brasileña. Pero seguro que hoy se congratularán por el triunfo de Dilma y seguirán manifestando su indiferencia ante los conflictos que atraviesan nuestra sociedad.

A pesar de esta mezquindad a izquierda y derecha del kirchnerismo, es notable que la propia encuestadora Poliarquía no pueda evitar reconocer, en La Nación de ayer:

"Cristina Kirchner se constituye en el primer jefe de Estado que transita su último año de mandato con niveles tan marcados de aceptación. La radicalización de muchos aspectos de la gestión y el casi exclusivo dominio de la agenda pública -que la transforman en la actriz exclusiva y excluyente del escenario nacional- explican en alguna medida estos indicadores. La fuerte polarización en su imagen y gestión también se visualiza en los más de 40 puntos de imagen negativa", evaluó Fabián Perechodnik, director de Poliarquía".

Yo puedo vislumbrar los límites y la endeblez de los oficialismos de Uruguay, Brasil, Bolivia, Ecuador, Venezuela o Argentina, pero no dejo de alegrarme por la derrota de las derechas latinoamericanas y un afianzamiento de nuestros populismos imperfectos. Por eso hoy estoy contento.

En Uruguay están ganando los mejores

PEQUEÑAS BEMBAS DE UN PORTEÑO DESDE CABO POLONIO


por Willy Villalobos

(Esta nota se empezó a escribir en la mañana del domingo y se terminó al fin del día, cuando se aseguraba un triunfo importante del Frente Amplio, la derrota en el plebiscito de la propuesta derechista de bajar la edad de imputabilidad y la realización de una segunda vuelta en la que Tabaré Vázquez está cerca de alcanzar la mitad más uno).

Si yo pudiera haber votado en Uruguay no tengo ninguna duda de que lo haría por el Frente Amplio. Porque es el gobierno que mejor distrubuyó la riqueza desde la llegada de la democracia. Y eso se nota. Un ejemplo: cuando llegué al Uruguay los pibes no tenían guita para comprar cuadernos y hoy andan por la calle jugando con sus computadoras. Está claro.

No coincido con los “izquierdistas” que dicen que hay que votarlos porque son lo menos malo, no. El FA es la mejor herramienta que ha construido el pueblo uruguayo para conquistar derechos, por eso hay que mantenerlos en el poder político.

La oposición, Blancos y Colorados, se parece a los partidos que la derecha está construyendo en otros países de América Latina para enfrentar a los gobiernos nacionales y populares que los Vargas y los Llosas llaman “el demonio populista".

Pedro Bordaberry, que se presenta con el nombre de pila porque su papá fue impuesto como presidente por los militares golpistas, es la derecha clásica. Represión y control social. Es la fuerza que quiere que a los pibes se los juzgue a los 16 y una economía “a la antigua”, o sea, lo de siempre.

La novedad es Lacalle Pou, un joven “cajetilla” que inesperadamente gana las elecciones internas del Partido Blanco y en pocos meses se convierte en la alternativa de la derecha. Lacalle Pou es lo más parecido a Macri que hay en Montevideo. “Por la positiva” es la idea central de este hijo de otro presidente, Luis Lacalle, el cajetilla mayor o el Menem de estos pagos.

Este hombre es impresentable. Circulan varios videos en las redes donde dice disparate tras disparate. Hay uno muy gracioso donde asegura que va a llevar adelante una política de seguridad que hoy es parte de la política del Frente Amplio. Pou se sorprende cuando el periodista le dice que el Frente lo está haciendo, asegura que no puede ser... “y si es cierto lo que le dicen, lo deben estar haciendo mal”. Hay varias como esta. (Ver acá). Por eso les digo que se parece a Macri, porque cuando no lo entrevista uno de su palo hace papelones.

Lo interesante es que Lacayito prendió y en la segunda vuelta puede ganar con el obvio apoyo de los colorados. Para muchos, la juventud de este candidato es su virtud mayor, sí, para muchos. Pou es el candidato de los medios, y la publicidad lo vende como un artículo novedoso que reemplazaría a los carcamanes: Mujica y Tabaré. Algo de razón tienen, como todos los mentirosos, el Frente está viejo.

Los otros candidatos que se presentan son Pablo Mieres, del Partido Independiente, al que las encuestas le dan un 3%, y puede llegar a ser el que ayude al Frente a ganar por media cabeza la carrera.

Y por último esta la izquierda cómoda, los incomprendidos de siempre,Unidad Popular. Esos que votan y vuelven tranquilos a casa porque están convencidos de que si los acompañara algo más del 1%, todos seríamos mas felices.

Los referentes del Frente no envejecen con los años, sino con las políticas que llevan adelante. Porque un Frente que soportó la represión y que representó y representa a los que se merecen cambios fundamentales no se la jugó para llevarlos adelante. Porque el Frente tiene una gran deuda con todos los que fueron brutalmente reprimidos por la dictadura, al no haber decidido que los Derechos Humanos fueran una política de Estado. Juzgar a los milicos era una papa caliente y el FA decidió tirársela al pueblo quitándose la responsabilidad de encima.

“Nos comimos años de cana por la Reforma Agraria y ahora que gobernamos nosotros no pasa nada con ese y con tantos temas”, me decía ayer un Tupamaro que no se lleva bien con el Pepe. Es extraña la relación que los Tupamaros que combatieron armados contra la dictadura tienen con sus viejos enemigos. Se habla de pactos, los desconozco, pero lo que está claro es que no mostraron voluntad de juzgarlos por los crímenes cometidos. Y lo que es peor, Eleuterio Fernández Huidobro, Ministro de Defensa y número dos de Mujica es el que dijo que conseguía más información sobre la represión por su vínculo con los milicos que si se los investigaba. Parece joda pero es verdad.

Hay una discusión fuerte por abajo, pero a la hora de los bifes TbaréVázquez logró el 92 por ciento en la interna, o sea, alpiste.

El FA es un partido de viejos, porque tiene ideas viejas. Por ejemplo: Tabaré fue el que le pidió ayuda a Bush porque se sentía invadido por Néstor. Lo recuerdo y me río. Porque Tabaré se parece a Binner, o sea, tranqui, cero estrés y no agitar demasiado el frasco. Porque el futuro Ministro de Economía sería Danilo Astori, uno de los que también quiere volver a las relaciones carnales con los EEUU. “El Mercosur debe ser la base para lograr acuerdos con otros países” dice Danilo. Lo que no dice es que quiere subordinarse a la política yanqui en Latinoamérica y distanciarse de Maduro, Evo, Correa y Cristina, los demonios populistas. En síntesis, porque hay más, Mujica trajo una buena brisa que no alcanzó para que el FA se convirtiera en un partido transformador en serio, y mucho menos generar una política que enamore a los que están dispuestos a ponerle el cuerpo a los cambios. Ahora parece que Tabaré va contra la idea de que el consumo de marihuana quede en manos del Estado. Acaba de declarar que le parece “extraño” que se venda faso en las farmacias. Lo consultaron a Mujica y dijo que era un problema de Vázquez, que le pregunten a él. Y eso que el porro legal fue una de las decisiones políticas más celebradas por la juventud.

El FA da seguridades, no arriesga. Por eso es aburrido aunque sea lejos lo mejor. Pero no sólo se están eligiendo los futuros gobernantes del Uruguay, sino que junto con las generales hay un plebiscito para decidir si se baja o no la imputabilidad a los menores que cometan delitos, de 18 a 16 años.

La movida que generó este plebiscito fue mucho más interesante que la electoral. ¿Porqué? Porque se armó una enorme movilización popular en la que participaron sectores de todos los colores, menos lo colorados, claro. Miles de personas militaron con pasión para que la respuesta a las necesidades de estos pibes no sea la represión. Porque mucho chamuyan con la recuperación, pero a la hora de los bifes lo que quieren es encerrarlos, que desaparezcan del mapa.

Mas de 50 mil personas salieron a la calle, una enormidad para Montevideo y aledaños. Con fuerza amorosa reclamaron un mejor destino para los menores que la sociedad pare y después no quiere reconocer como propios. Contrastaban claramente con los que repartían volantes de los partidos como si fuera una propaganda de shampú. Ojalá esos miles de manifestantes sacudan a los partidos políticos como sacudieron a la sociedad con su movilización.

Es de noche, la elección terminó y todos los encuestadores coinciden en darle al Frente Amplio un 47 por ciento de los votos, lo que le permitiría alcanzar la mayoría parlamentaria y llegar a la segunda vuelta en noviembre con muchísimas posibilidades.

El plebiscito también se ganó, la mayoría de los uruguayos decidió darle a los menores que delinquen un trato especial y no "palo y a la bolsa" como pretendían los dinosaurios.

Los diarios de la derecha, El Observador y el País fogonearon a su candidato Lacalle Pou, aseguraban que tenía un 35 % y ahora no llega a 30; fueron modificando las encuestas a tal punto que arrancaron en 42% para el FA y ahora reconocen un 47.4 .

Los medios también fueron derrotados.

El pescado ya está vendido, Tabaré araña la presidencia. Su Ministro de Economía será Danilo Astori, un economista que piensa que al país le conviene mejorar las relaciones con el imperio. Lo que nadie sabe es si va a profundizar un modelo de inclusión social, fortaleciendo la alianza con los gobiernos que enfrentan a los sectores financieros y a la política de EEUU en la región, o va a intentar convertir al Frente en una derecha moderna. Esa es la pregunta que hoy se hacen muchos militantes frentistas que festejan una victoria que no sienten completamente propia.

El Frente Amplio y las organizaciones populares que lo componen tienen la palabra.

domingo, 26 de octubre de 2014

Escenas de la lucha de clases medias

Hoy viene Martín Rodríguez a La otra.-radio, FM La Tribu, 88,7. online.



por Martín Rodríguez *

Mi suegra nos regala entradas para oír un trío de cuerdas con piano en el Teatro Colón. Y nos cuida al niño esa noche. Todo sale redondo porque vamos al Colón, al trío de cuerdas, al exotismo pasajero. Tomamos un taxi y hacemos una parada intermedia para dejar a Manuel. El taxista que nos lleva, un hombre canoso, de 65 años, nos pregunta qué vamos a ver. Pregunta para abrir la charla y dominarla. Él nos cuenta que fue al Teatro San Martín hace un mes con su señora a ver una obra de Alfredo Alcón. Mi mujer le pregunta: '¿Van mucho al teatro?'. Por lo menos una vez al mes, dice. De ahí en más, apunta su ficha técnica: lleva cuarenta años casado, vive en Ramos Mejía, tiene dos hijos y cuatro nietos. Veo que es el titular del taxi. Me alegra. Lleva a los nietos al colegio, son los hijos de su hija (docente), que vive a cuatro cuadras de su casa, y van a un colegio privado. Para los hijos, la mejor educación, dice. Lo dice porque eso dice el dato de la educación privada: que una persona está dispuesta a pagar por algo que podría no pagar, hace ese esfuerzo porque piensa que es una inversión que va a volver en forma de ascenso social. Viajamos al Colón adentro de un protón de clase media, pienso. A veces, todo es socialmente evidente, como un rayo en el cielo sereno. Y no hablamos de política. El hombre, que ya está en edad de jubilarse y dedicarse al amor de los nietos, es el primer eslabón de una cadena de sacrificios ascendentes. Una familia, una célula productiva del esfuerzo por la felicidad y el 'no deberle nada a nadie'. ¿Qué es la clase media? Por ahí, ésa es la pregunta más productiva del pensamiento argentino: radicales que organizan a la clase media para brindarle servicios al Estado agroexportador; peronistas que crean un estado benefactor para ensanchar la clase media hasta el infinito sustituyendo importaciones; clasistas hijos de la clase media que cuestionan el límite del bienestar que el peronismo les dejó y los militares reprodujeron; peronistas de clase media que quieren cuestionar el carácter burgués del Estado y hacer un socialismo nacional; militares que matan a peronistas de la clase media para reorganizar a la clase media; radicales que llevan la bandera de la clase media hasta la república; peronistas y radicales que empobrecen a la clase media. Y así.

Llegamos al Colón. Por las escalinatas suben dos señoras, parecen trabajar para la existencia real del grupo de apellidos fúnebres que puebla con flores el diario La Nación. Teatro de clases. Llevan tapados de piel y guantes negros de cuero. Se congelan en las escalinatas, de golpe. Son los fósiles de una clase que no existe más, bajo una campana de cristal donde nieva. Música de cámara. Trío de cuerdas. El ruido seco del piano en la helada. La ciudad es una bulla cuerpo a cuerpo y por ahí hay uno que prende un fueguito en la plaza de Tribunales (¡nunca pasar de noche solo!). El taxista se pierde en el tumulto.

(...)

La clase media es lo que quiere ser, lo que dice que es, el 80 por ciento de los argentinos, según la palabra del antropólogo Alejandro Grimson a partir de una encuesta realizada por el IDAES-UNSAM en el área metropolitana entre 2012 y 2013. Dice Grimson: 'El ascenso social siempre genera una paradoja: aquel gobierno que protagoniza una transformación y permite la movilidad de amplios sectores cree que ellos van a estar agradecidos por siempre. Eso no es así. Cuando el desempleo deja de ser una preocupación, se construyen nuevos horizontes de expectativas'. A su vez, en julio de 2013, en Le Monde Diplomatique el sociólogo Ignacio Ramírez propuso una hipótesis que reproduzco de este modo: la clase media es kirchnerista y no lo sabe, es kirchnerista aunque no vote al kirchnerismo. Porque es el asiento de la cultura de la época. Es en 'esa clase' donde más apoyos reciben las políticas progresistas del gobierno (derechos humanos, matrimonio igualitario, intervención del Estado, etcétera). No votan al gobierno, pero sostienen su cultura. Podemos decir que el kirchnerismo es un movimiento de la clase media, aunque resulte, a la vez, una presencia conflictiva dentro de esa clase: la clase media es su ecología.

(...)

La 'gente' solidaria con el campo marcó el fin del primer gobierno kirchnerista: el del 70 u 80 por ciento de aprobación. Todos sus patrimonios simbólicos originarios -desde los derechos humanos y la renovación de la Corte hasta las políticas estatizadoras- tuvieron su centro en el corazón progresista de la clase media. Pero llegó un nuevo tiempo: el de la lucha de clases medias. Una lucha en el interior de esa clase. De algún modo, una pelea entre progresistas, entre las dos caras del progresismo: republicanos versus populistas. Nadie conoce mejor a un progresista que otro progresista. Para un progresista no hay nada peor que otro progresista. Las peleas por endilgar en otro el sobrenombre 'progre' prácticamente confirman la identidad progresista de quien injuria. Ese gesto renegado confirma el malestar de una pertenencia, lo que genera inversiones descontroladas, como cuando Sandra Russo se pelea con 'los progresistas' Tenembaum y Lanata. Gente que se conoce. No obstante, dentro del kirchnerismo lo que está en el centro (y ésa es su novedad) es el modo en que se articula de nuevo la relación entre clase media y peronismo (con la versión del populismo de Laclau a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes). Y eso significa, paradójicamente, una suerte de pertenencia vergonzante. Como si pertenecer a la clase media fuera un pecado originario en el que lavarnos la culpa: nadie se siente de clase media, nadie se ilusionó con la Alianza, nadie es sólo progresista. No hay fotos de los pasos por asambleas barriales o cacerolazos motivados en 1998 por Graciela Fernández Meijide.

(...)

* Fragmentos de su libro Orden y progresismo. Los años kirchneristas, Emecé, 2014.

sábado, 25 de octubre de 2014

Último momento: la derecha existe



por Oscar Cuervo

Hay un sector de la clase media ilustrada, pequeño pero ruidoso, es decir, con ganas de hacernos oír, que hemos tenido nuestro breve rapto populista. Tres años. Desde el otoño de 2009 nos implicamos en el sostenimiento del extremadamente frágil Estado populista, con una estética más pop que popular. Vivimos con júbilo la inesperada fiesta del Bicentenario, compañeros, que fue el primer remezón del shock kirchnerista, seguido pocos meses después por la muerte de Néstor y la irrupción de una generación con ánimo de militancia, y que desemboca en el pasmoso triunfo de Cristina en 2011. Ahí cuando nos baja la euforia, nuestro mood cambia: empezamos a ver los detalles enojosos. Algo de la prédica neoliberal nos permea. Compañeros las pelotas. Empezamos a ponernos incómodos con la posibilidad de quedar pegados al Estado, que ya no nos parece frágil. Para nuestra cultura de décadas de estado militar clerical, que desembocó en el Estado gerente del ajuste, no es cómodo asumir el Estado como un campo de disputas. Es mucho más cómodo, más afín a nuestra formación ilustrada, producir la distancia irónica ante la cual todo funcionario es un burócrata y todo militante un incauto. No concebimos sino razones espurias para responsabilizarse por el estado. Una pequeño burguesía ilustrada como la nuestra, "compañero" -ya dicho con ironía-, por más pequeña que sea, se tiene fe para generar su propia visibilidad, porque lo que soy no me lo regaló nadie, es consecuencia natural de mi talento y gracias a mis padres que me mandaron a un buen colegio.

Digamos que es muy fácil enumerar motivos del desencanto. Todo compromiso político se asume desde un fondo primordial del desencanto. Cualquier conciencia honesta sabe de la turbiedad del mundo. Cuando la derecha se burla del funcionario enriquecido que vive en Puerto Madero y del militante rentado que aspira a eso mismo, o del perejil que es peor aún que los dos anteriores porque es capaz de defenderlos sin sacar una sola tajada, o del viejo nostálgico cuya generación fracasó en su sueño revolucionario y ahora quiso prenderse en la última oportunidad de salir a la calle, cuando dice la palabra "épica" entornando los ojos, cuando el cinismo guiña el ojo y dice "el relato", ahí habla el estadio tardío del capitalismo, que necesita que todo lo sólido se desvanezca en el aire y que desea que la realidad se burle de los tontos idealistas y quiere convencer a todos de que cada uno debe labrarse su lugar en el mercado si tiene aptitudes, porque el mercado te deja un resto de vida a ser consumida en la privacidad del living. Salir a la calle es aborrecible. Hay que quedarse en casa y tuitear la vida. Eso es el Coronel Gonorrea. Un apóstol del gran hastío.

Ser un desencantado es básicamente fácil: toda socialidad, desde Sócrates hasta hoy, al menos, se ha amasado siempre con residuos de mitos, de equívoco y sofística. ¿Cómo separar la verdad, cómo desencubrirla y ponerla a salvo de las burlas de Aristófanes y de la condena social que vio en Sócrates a un depravado y un fracasado peligroso? Un asunto tan peliagudo empujó a Platón a inventar la metafísica, tarea desesperada e incesante. El propio Platón asumió que se trataba de una lucha de gigantes (gigantomaquía perí tes ousías) en pugna por lo que es; batalla cultural, hoy díríamos con sorna. 

No se sale ileso de esa pelea. 

Quien no asume esa falla nunca llega a entrar en política. Descubrir la inconsistencia de los populismos latinoamericanos, sus residuos de conservadurismo, sus más que evidentes contradicciones, sus pozos ciegos, sus fragmentos de mito y de sofística, avivarse de que el peronismo está lleno de pícaros no requiere de un talento especial. Qué bárbaro este Jorge Asís, al final qué preclaro. Evita era una actriz de radioteatro y Perón usó su cáncer para ganar elecciones. Eso lo sabe hasta Victoria Ocampo, mirá si no lo vamos a saber nosotros que leímos un poco a Marx y otro poco a Caparrós. Capaz que no. Distanciarse de esa molesta fricción de la historia es fácil. La derecha provee los detalles por los cuales uno ha de descreer. Eso es Lanata, El te enseña la moto de Boudou y te muestra una escuela precaria en Formosa y vos, que venís de un buen colegio, como me dijo aquella noche Schmidt, descubrís de pronto que el populismo es una impostura. Que hay coimeros y hay mentirosos y hay cosas que no están bien. Eso solo te puede resultar suficiente para desencantarte, es decir, para ponerte en sintonía con el mundo. Entonces das por terminado tu rapto populista. Volvés a creer en vos, tu única religión: sos vos el que le diste lustre al Estado y no le debés nada al Estado.

Te empezás a tuitear con Gonorrea y con Frangoyo, lo faveás a Lucas Carrasco, te hacés amigo de unos muchachos macristas, que serán lo que quieras pero son macanudos. Has ingresado al post.populismo. Basta de boludos. La política será para vos pop o no será nada. Pero el capitalismo tardío tiene su propio zeitgeist. El consumo irónico. Lo importante es no dejar de consumir. Entonces esperás que Berni diga algo o que Boudou se quede callado o que Cristina le dé un beso a Alperovich y te acordás de que vos no creés en nada más que en tu propio talento. Tuiteás: tratarás de que en 140 caracteres se crucen la Xipolitakis con Laclau, o Luciano Arruga con Boudou. Y quedás regio. El transfondo permanente es uno solo: la indiferencia. El consumo irónico es la máxima tonalidad afectiva permitida, por eso nunca vas a hablar de la derecha, porque eso supondría una izquierda. No hay modulación irónica para usar la categoría de "derecha". Vos estás preparado para burlarte del Estado, nunca de los privados, nunca de la derecha. La derecha es seria porque defiende sus prerrogativas con crueldad y consistencia. Con eso no se jode. 

Último momento: la derecha existe.

En el coloquio de IDEA que se está haciendo en Mar del Plata los empresarios nos ponemos loquitos contra el gobierno. Ya tuvimos suficiente con 11 años de populismo. No queremos saber más nada de discutir con políticos: queremos dictarles nuestro programa. El populismo no puede durar 12 años, 11 años es lo máximo que estamos dispuestos a soportar. El fin de ciclo es hoy: este es el año de transición y este populismo nos tiene hartos. No vamos a esperar el resultado de las elecciones, esto lo votamos entre nosotros cuarenta y tres este mismo fin de semana en Mar del Plata y sanseacabó; después lo ejecutan nuestros mandatarios. Basta de la Yegua, no queremos oírla más, pónganle una cinta en la boca, como en el dibujo de Sabat.

Y nosotros los pequeños burgueses ilustrados damos por terminada una etapa. Ya tenemos hijos. ya fue.

IDEA: los empresarios quieren que los candidatos firmen un acuerdo sobre políticas de Estado

Lo adelantó el presidente de IDEA, Miguel Blanco; habló de "una especie de pacto, un acuerdo mínimo"
"¿La idea es sacar un acuerdo conjunto de algunas medidas de todos los candidatos?", fue la pregunta de Jorge Lanata. "Exactamente, eso es lo que estamos haciendo", contestó Blanco.
"Tenemos una última reunión, el jueves que viene, con Mauricio Macri . Y a partir de ahí haremos circular un documento, que ellos [los políticos] ya conocen, que hemos ido enriqueciendo en estas reuniones. Ese documento tiene un acta de compromiso", explicó.
"Un año difícil". Así definió Miguel Blanco el tiempo que resta para que concluya el gobierno de Cristina Kirchner. Serán 12 meses en los que, en su opinión, la actividad no reaccionará y no llegarán nuevas inversiones. "El año de la transición será difícil, pero tenemos el compromiso de seguir adelante", aseguró.


En Mar del Plata

Sin Scioli y Macri, precandidatos hablaron de "una Argentina de acuerdos"


Los precandidatos se sometieron al debate de diferentes tópicos.
Los precandidatos presidenciales del Frente Amplio Unen (FAU) Julio Cobos, Ernesto Sanz y Hermes Binner, y el del Frente Renovador, Sergio Massa, expusieron sus propuestas ante empresarios en el cierre del 50º Coloquio de IDEA, durante el cual criticaron al Gobierno de Cristina de Kirchner y proclamaron que en 2015 se viene "una Argentina de acuerdos".

Los precandidatos presidenciales también defendieron su participación en el foro empresarial, al que la Casa Rosada considera opositor y varios funcionarios del Gabinete cuestionaron con dureza esta semana, y señalaron que "hay que terminar con la Argentina de las divisiones y de los enfrentamientos".

En IDEA, Daniel Sabsay desafió a Cristina Kirchner: "Que muestre el título de abogada"

El abogado constitucionalista pronunció un duro discurso en el foro empresario de Mar del Plata; descalificó al canciller Timerman

El especialista en derecho constitucional propuso de cara al futuro "hacer un acuerdo de políticas públicas, cumplir con la ley, terminar con la impunidad y restablecer la libertad de expresión" y poner coto al "capitalismo de amigos".
Así la ponencia volvió a hacer eje en la política. El discurso de Sabsay seguía: "Basta de un matrimonio presidencial. Ahora nos quieren poner al hijo presidencial y no lo ponemos permitir", dijo en tono de declaración.

TIMERMAN E IRÁN

Sobre el final del discurso, la tensión llegó a un punto máximo en el auditorio cuando Sabsay se refirió al canciller Héctor Timerman y lo llamó "traidor" por firmar un memorando de entendimiento con Irán para investigar el atentado terrorista a la AMIA.
"Estoy avergonzado del Canciller que tenemos. Es un traidor. Es un judío que se fue a negociar con [Mahmoud] Ahmadinejad [ex presidente de Irán], un negador del Holocausto. Me da vergüenza. Es un indigno y un sátrapa. Nuestro pueblo sufrió millones muertos y este tipo lo niega. Lo digo como judío", disparó para finalizar la ponencia.
Antes de despedirse, todo el auditorio se puso de pie para aplaudirlo de modo sostenido. Se escucharon algunos comentarios y gritos en tono de jolgorio. Definitivamente, un episodio nunca visto en este encuentro empresario desde que el kirchnerismo llegó al poder.

Entrevista a Rogelio Frigerio

"El Gobierno debería preocuparse un poco más por lo que está pasando"

Entrevista de Liliana Franco, Mar del Plata, enviada especial.-

Rogelio Frigerio (h) presidente del Banco Ciudad estima que el Gobierno intentará acordar con los holdouts en enero más por"miedo" que por convicción. En un breve diálogo mantenido en el lobby del Hotel Sheraton de Mar del Plata con ámbito.com, el economista alertó sobre el avance del sobre el avance del gobierno sobre el sistema financiero aunque admitió que "aún está muy sólido".

Periodista: ¿Cree que hay razones económicas para que el Gobierno tenga miedo?
Rogelio Frigerio:
 Y sí, miedo o preocupación, la misma que tenemos todos los argentinos. Si uno ve que para enero las reservas siguen cayendo, los dólares no entran, la gente sigue sacando los dólares del sistema y el nivel de actividad sigue cayendo y me parece que sería saludable que se preocupen un poco más por lo que está pasando en la Argentina.

P.: ¿Cómo está el sistema financiero?
R.F.:
 El sistema financiero es la gran diferencia de esta crisis respecto de otras y es el principal activo que tiene el Gobierno. Por eso me preocupo cuando veo algunas medidas tendientes a erosionar ese activo.

P.: ¿Cómo cuáles?
R.F.:
 Por ejemplo, poner un piso en la remuneración de los depósitos, poner un techo en el cobro de los préstamos, restringir, achicar o erosionar patrimonialmente al sistema financiero tiene un riesgo, tiene el riesgo de erosionar quizás el único activo que tiene este modelo que es la solidez del sistema financiero. 

viernes, 24 de octubre de 2014

Tinta limón e Instituciones

Martín Rodríguez en La otra.-radio.  Domingo medianoche  FM La Tribu.  88,7.  Online


Yo miro por el día que vendrá
hermoso como un sol en la ciudad
y si me escuchas bien
creo que entenderás
por qué yo esperé en vano
que me dieras tu mano
de mis huesos la humanidad
debes salvar.

Los magos, los acróbatas, los clowns
mueven los hilos con habilidad
pero no es el terror a la soledad
lo que hace a los payasos
uno rojo, otro blanco
y a los viejos romper la voz
para cantar:

Oye, hijo, las cosas están de este modo
una radio en mi cuarto me lo dice todo
no preguntes más
tenés sábados, hembras y televisores
tenés días para dar aún sin los pantalones
no preguntes más.

Siempre el mismo terror
a la soledad
me hizo esperar en vano
que me dieras tu mano
cuando el sol me viene a buscar
a llevar mis sueños al justo lugar.

Versión 17 de octubre de 2004



Ayer cumplió 63 años Charly y nuestro invitado del próximo domingo mañanó tuiteando:














Con Martín Rodríguez hemos tenido unas asperezas en twitter más que nada. Pero aquí tenemos un consenso básico: Charly García es el mejor argentino vivo e hizo el disco más importante del mundo.

Pequeñas anécdotas sobre las instituciones (Sui Generis, 1974)

Charly logró, a sus 23 años (¿milagro? ¿evidencia de que hay generaciones más resueltas y dotadas que otras?) un disco que es foto de época, estado de la mente y clásico perenne. Los colchones de sintetizadores podrían haber fechado el sonido de manera irreparable, pero la estructura de las canciones es tan lograda y la producción artística tan precisa que sigue sonando fresco, inquietante, misterioso. Sus letras (intervenidas por la autocensura que no permitía decir las cosas de manera más directa, en la época de la triple A) logran un balance inmejorable entre la lírica y el testimonio. Un disco al que no se puede dejar de volver. Y volver.

20 años después, hacia La Hija de la Lágrima convergen todas las líneas, desde el angst juvenil de Canción para mi muerte y la desolación de Confesiones de invierno, atravesando el tenebrismo gótico de Tango en segunda y El show de los muertos, tan lleno de malos presagios. 

Ecce Homo: hubo un tiempo en que Charly llegó a ser el que era. La Hija de la Lágrima tiene un argumento que nunca se entenderá, como una película de Lynch, con un oscuro pasadizo que conduce a una caverna. Las grandes canciones, las que Charly sabía hacer, emergen de un fondo ominoso y se van desmembrando. Un sonido espeso, un acorde de frecuencias ultra bajas atraviesa la noche. El alba agoniza en un finale que nos deja llenos de inquietud: Andan, la canción terminal: “Te vas / te vas / la víctima despierta / porque mi ángel se fue / tanto tiempo atrás…”.

El domingo en La otra.-radio hablamos con Martín Rodríguez de política, de kirchnerismo, de su libro Orden y Progresismo. Los años kirchneristas. Y de Charly.