viernes, 8 de agosto de 2014

El rostro

(Gustavo Fontán, 2013)

Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.
Jorge Luis Borges


por Liliana Piñeiro

¿Puede el paisaje dejar marcas en el cuerpo? Definitivamente, sí.

La intemperie moldea el perfil, que se hace agudo. Las manos se abren como hojas a partir de los troncos erguidos, y aunque los pies nacen ligeros, poco a poco echan raíces, abrazando la tierra. En la orilla, el pecho se ensancha y navega por el río, buscando el horizonte.

Pero es en el rostro donde los ojos se acomodan al cielo. El anciano, el hombre, la mujer, los niños: todos exponen sus huellas frente a la cámara, y las vicisitudes cotidianas tienen el tono de un poema que va deslizándose, lentamente, frente al espectador.

Todo se dice en este film sin palabras, con la sabiduría de los primeros códigos. Susurra el follaje de los árboles a nuestro paso, los remos hacen su música avanzando por el agua. La pesca, el alimento compartido. Los niños juegan, el hombre construye su barca y algún pájaro, aquí y allá, deja su canto en el aire. Y el silencio a veces, como un bien necesario. Para quien se deja llevar, la película nos sumerge, con la textura del sueño, en un registro cuya familiaridad nos es conocida, pero que hemos olvidado. ¿De qué otro orden son los actos sencillos en medio de la naturaleza, llevados a cabo con el tiempo necesario para incluir la reflexión y el agradecimiento?

El mérito de Fontán es doble: se trata de velar y develar, en un único movimiento, trabajar la imagen hasta lograr que apenas se entrevea el misterio. Toda una declaración de su ars poética. Pura fotografía en blanco y negro, donde la luz abre matices para capturar lo invisible ahí, al alcance de la mano.

- El rostro sigue los sábados a las 20:00 en el Malba. (Información acá). Y todos los días en el Espacio INCAA / Gaumont. (Información acá).

3 comentarios:

julieta eme dijo...

hermoso texto, liliana. trataré de ir a verla.

DOS DE CADA MIL dijo...

Si la película es la mitad de bella que este texto, me juro no dejar de verla.

Liliana dijo...

...gracias!

La película es bellísima, no se van a arrepentir.