todos estamos igual

domingo, 30 de marzo de 2014

Charcas y Coronel Díaz. La gente casi lincha a un carterista.


Tuits de Diego Grillo Trubba ‏@diegogrillotrub

Fue todo muy angustiante, horroroso. Denme un rato y se los cuento.

A ver. Lo voy a contar ahora. Entero. No voy a dialogar hasta no terminar de contarlo, espero sepan disculpar.

Ocurrió en Charcas entre Coronel Díaz y Billinghurst. Yo acababa de bajarme del coche de mi jefa, que me había acercado a casa.

Cuando quiero cruzar Billinghurst hacia Coronel Díaz, veo un tumulto. Estaba empezando justo ahí.

Al principio, de lejos, lo que se veía, era eso, un tumulto de gente. Personas que de repente entraban corriendo hacia un edificio.

De repente salían para unirse al tumulto. Me termino de acercar y empiezo a ver lo dantesco.

Era un edificio ladrillo a la vista, con la puerta de ingreso metida hacia adentro, había unos 15 m cuadrados de espacio.

Ahí, un tipo grandote con uniforme de portero estaba arriba de un pibe de unos 16/7 años, inmovilizándolo.

De repente, una de las personas del tumulto se acerca corriendo y le mete una patada en la cara al pibe.

Los otros que entraban y salían debían haber hecho lo mismo, porque el pibe ya estaba con la cara medio deformada.

Para que se entienda: de la boca le salía un río de sangre que primero formaba un charco en las baldosas y luego un reguero hacia la calle.

Cada vez que el pibe daba signos de que recuperaba la consciencia, alguien salía de la multitud y le pateaba la cara.

En el medio de todo esto, el portero (supongo) teniéndolo fijo contra el piso.

Medio porque me asqueaba la cara del pibe, miré hacia la gente. Estaban todos sacadísimos.

Yo estaba petrificado, con la bolsa que compré esta mañana para el casorio de mi hermana la semana próxima.

Realmente, no sabía qué hacer. Paralizado. No podía moverme. Parado, solo giraba la cabeza.

En el medio, obvio, seguían pateando al pibe. Algunos en la cara, otros en las piernas.

El resto del cuerpo se lo protegía (no sé si sin querer) el portero que tenía encima, inmovilizándolo.

Una mina de unos 55/60 años se acercó corriendo y empezó a gritar "¡lo van a matar! ¡paren que lo van a matar!".

La mina reaccionó, yo no.

Era como ver animales. En los gestos no había restos humanos. Uno de los que lo pateaba hasta tenía un hilo de baba colgando de la boca.

De repente uno de los que pateaba se apartó para tomar aire. Se sentó en el cordón de la vereda. Tenía unos 30/35 años.

Me le acerco y le apoyo la mano en la espalda. "Ya está, flaco, basta, ya está."

El pibe alza la cabeza. Tenía los ojos llenos de lágrimas. Me dice "le afanó la cartera a mi mujer, el hijo de puta".

No sé, la frase me impactó y desvié la mirada hacia Coronel Díaz (estábamos a mitad de cuadra). Ahí vi lo que no me olvido más.


Sobre el pavimento, cerca del cordón de la vereda, dos zapatillas. Sueltas. A unos 5 metros de donde pasaba todo.

Miro hacia el edificio. El pibe estaba descalzo. Se ve que corría, le metieron una patada y el impacto al volar le sacó las zapatillas.

El flaco sentado en el cordón, el que le habían afanado la cartera a la mujer, se empieza a agarrar la cabeza y a llorar.

El que le había pegado al pibe. "Basta", decía, "basta de todo esto".

No sé si estaba horrorizado del robo, de la golpiza o de todo. Pero lloraba y decía "basta".

En el medio se acercaba más gente. La gran mayoría gritaba "mátenlo". La amplísima mayoría. "Mátenlo así no jode más".

La cosa ya se había ido a la recontra mierda. Dos viejas pedían calma.

Un pibe, veintipico, barba larga, rapado, planteaba que era de cagones pegarle al pibe entre todos. "Peguémosle de a uno, nos turnamos."

Otro asentía y decía "tiene razón, peguémosle de a uno, es más justo".

A la mina que pedía que no lo maten le empiezan a gritar "¡usted debe ser la madre y lo quiere proteger, hija de puta!".

Ahí empecé a llamar a la cana. 911. Imposible.

Me entré a angustiar mal. La sensación era que si la cana no llegaba al pibe lo mataban.

25 minutos, tardó en llegar la policía.

En el medio, la gran mayoría que seguía gritando que había que matar al pibe.

No puedo explicar cómo, no lo sé, no sé por qué, pero en un momento las patadas se empezaron a espaciar hasta que terminaron.

Me acuerdo de un tipo que los frenó. Gordo, barba, pelirrojo, medio pelado, por los 50.

Su explicación para frenarlos era absurda, pero efectiva.

"No lo maten, no vale la pena. Si por mí fuera le vacío una 9mm en la cabeza. Pero ya está, no vale la pena."

Una vieja me mira y me dice "esto es el hastío, estamos hartos, nos vamos a matar entre todos en cualquier momento."

Yo no podía hablar. Creo que le asentí.

Cuando llegó la cana, los que más habían fajado al pibe empezaron a rajarse a la mierda. Fueron los primeros.

Uno la mira a la vieja que más había pedido que frenen y le dice en voz baja (al lado mío) "a vos también te doy, hija de puta".

Nada, la cana medio que calmó la cosa. La gente se desperdigó. A mí me temblaban las piernas.

Estoy seguro de que cualquiera de los que patearon al pibe, en otra situación, uno les habla y parecen gente, buena gente.

A ver si se entiende: eran tipos normales, como ustedes o como yo. Y estaban dispuestos a matarlo.

Esto pasó, también, porque todo indica que la cana liberó la zona hace unos meses.

Son una sumatoria de locuras, una sumatoria de horrores. No sé cuál fue el primero, pero sé que no quiero pasar por esto nunca más.

¿Quién pone el pie en el freno? ¿Nadie se aviva de que estamos fuera de control?

Nada, eso. Disculpen si fui desordenado. Quería contarlo ahora, ver si así me lo sacaba de adentro.

Fuente: Adán De Ucea

4 comentarios:

Rodrigo dijo...

Es tristísimo... descorazonador. Casi que no dan ganas de argumentar, porque uno sabe que SERÁ MALENTENDIDO. No sé bien qué decir.
Yo vivo en Avellaneda y viví una escena similar frente a la Plaza Alsina. Un inmigrante africano, vendedor de bijouteri (o como se escriba) agarró a un nene, pero no lo maltrató en ningún momento. Lo sostenía para que venga la policía, e incluso lo trataba de proteger de la gente enardecida. El nene tendría unos diez u once años. Yo vi la escena e intenté en todo momento defender al pibe, tratando siempre de no agarrarme a trompadas con quienes le querían pegar (y efectivamente, algunos alcanzaron a pegarle). Entre los que le pegaron había un taxista, que le quería doblar el brazo. En un momento se sumó un viejo que decía haber sido militar o algo así, que le queríe aplicar una toma medio rara. El pibe lloraba a los gritos. Luego vino la policía y se lo llevó.
La nota de opinión de Verbitsky, que salió hoy, me pareció interesante:
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-243005-2014-03-30.html

Rodrigo dijo...

El pibito seguramente debe haber tratado de hurtar algo y salir corriendo... pero la gente que le pegaba no lo había visto cometer ningún delito... simplemente "era evidente" que se trataba de "un villero" que más adelante sería "capaz de matarnos a todos", y que por eso merecía morir "de chico" para que no "mate/viole/robe/nos coja/nos pegue" de grande. Porque así razonan los linchadores que están bajo emoción violenta.

Rodrigo dijo...

Aclaración: me estoy refiriendo al pibito que hace años yo tuve que proteger en Avellaneda hasta que vino la policía.

Daniel dijo...

Estos:

http://elaguantepopulista.blogspot.com.ar/2014/03/sigan-la-joda-muchachos.html?showComment=1396265483834

ni siquiera robaron nada.
Solo "portaban aspecto".
El club de Lombroso adhiere simpatizantes a carradas.
Y aprecian el manijazo diario de nuestros queridos medios de comunicación.