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martes, 31 de julio de 2012

Perrone animal cazador loco escultor vampiro

La nueva de Perrone, mañana en el Rojas


por Oscar Cuervo

Caigo en que mañana miércoles 1 de agosto a las 19:00 se estrena el corto  Maga Liis  de Raúl Perrone (en el marco de la ceremonia de clausura del Festival de Cine hecho con Cámaras de Fotos, más información sobre el Festival clickeando acá).  Maga Liis es parte del proyecto PENDEJOS.

PENDEJOS es una idea que Perrone está maquinando o una serie de películas que está filmando o quizá ya tiene filmadas, con Perrone nunca se sabe. Yo hace un par de semanas pude hace una incursión en el territorio perroniano y directamente caí en uno de los planetas del sistema PENDEJOS. Tuve el honor de asistir (junto con Martín Farina, del staff de La otra) a la primerísima y exclusivísima proyección de Indio, un nuevo largo que Raúl acababa de terminar... ¡dos días antes! Creo que nunca me pasó esto de tener que ver una película que nadie vio en compañía de su director, en su propio microcine, además sin saber yo qué es lo que iba exactamente a ver. Ni bien terminada la proyección partimos junto con el Perro a un bar cercano a la estación de Ituzaingo a internarnos en una extensa charla sobre la película que acabábamos de ver y sobre todo en general. Fue un curso acelerado para consustanciarnos con el método Perrone (método, territorio, universo, sistema, planetas... ¡cuántas metáforas son necesarias para describirlo!). Debo decir, en primer lugar, que en los últimos meses estuve aprendiendo intensivamente sobre su obra, que todo empezó cuando vi SEM por youtube, un corto que forma parte, con toda naturalidad, de una serie integrada por el TRÍPTICO (Luján, Los actos cotidianos, Al final la vida sigue, igual) y por Las pibas (película que presentó en el último BAFICI). No sé si esta serie ya está concluída o si todavía viene algo más, pero sí sé que se prestan a pensarlas como serie. Perrone está filmando series de películas y creo que él mismo no siempre sabe si una serie está acabada o si todavía viene algo más. Lo que tengo claro es que Indio (y  Maga Liis , que se presenta mañana en el Rojas) ya formarían parte de otra serie, precisamente: PENDEJOS.


Indio: Perrone me sorprende. La película tiene un aire de familia con la serie colorista (acabo de inventar esta etiqueta) que forman el TRÍPTICO, Sem y Las pibas. Y digo que es otra serie por el hecho evidente de que PENDEJOS es en blanco y negro. Hay una manera de aproximarse a las historias y personajes presentados que tiene muchos rasgos en común:  intimismo, planos secuencia, escenas que empiezan cuando dos personajes ya están conversando, personajes tomados en medio de situaciones de tránsito,  separándose, encontrándose, qudándose solos, recordando algo que perdieron o esperando algo que no tienen todavía. Perrone filma conversaciones y encuadra de un modo perroniano: con mucho aire arriba.  Filma también personajes pensando solos. Registra siempre luz natural, sonido directo (que después será enrarecido en postproducción) y más que hacer a sus actores (o modelos bressonianos o neorrealistas) que compongan algo, los hace ser ellos ante cámaras. Hay además un aroma Perrone que es marca inconfundible: el espacio de Ituzaingo, calles, casas, lugares de encuentro: en Indio es una pista para andar en skate (supongo que se dice así).

Indio: Perrone me sorprende, porque todo eso está, pero levemente alterado en relación a la manera como había sido tratatado en la serie colorista. El blanco y negro agudiza las condiciones de austeridad. Se trata de una fotografía de contraste muy crudo y Perrone se abstiene del recurso emocional del color que determinaba la estética del TRÍPTICO. Mediante el negro y el blanco el cineasta administra su recurso clave: el fuera de campo: las películas son siempre un work in progress, no porque les falte terminar de poner o sacar algo, sino porque las zonas vacías que Perrone deja con toda premeditación las tiene que completar uno mismo: cuando en el plano hay una zona negra, uno tiene que completar con la imaginación lo que se esconde en la sombra; cuando un plano empieza o cuando termina, uno debe completar lo que pasó antes o lo que pasará después. Se da a entender que algo terrible puede haber pasado, o quizás no. Esto forma parte de la esencia del cine en general, pero en esta época de Perrone parece ser el elemento clave de su poética: el crear un fuera de campo cada vez más denso en posibilidades.

Voy a ampliar para la revista lo que me pareció  Indio, pero quiero agregar ahora que para comprender el sentido de su cine me resulta conveniente apelar a ciertas metáforas.


Perrone es un investigador poético. Es una suerte de antropólogo que investiga un universo al que dentro de unas décadas va a haber que acudir cuando se quiera saber cómo se vivía en una zona determinada del conurbano bonaerense, cómo se hablaba, cómo eran esas casas y cómo se las habitaba. Perrone no registra "espacios físicos" sino lugares: esto es: espacios habitados por personas, impregnados de historias personales y colectivas. Ese es el lado, si se quiere, documental. Pero el tipo de estrategia que este invesitgador despliega es (atención): poético. Con su cámara Perrone registra huellas de un mundo real, que existe más allá de su voluntad. Y no busca: encuentra: alguien lo invita a conocer un lugar, él va y ahí conoce a otra persona, un pendejo skater, lo que lo lleva a hablar con el papá del pibe; mientras los va conociendo,  se le ocurren ideas que filma, etc. No diré más.

La obsesión de un loco lo obliga a encerrarse a ver lo filmado, a descubrir lo que antes había encontrado. O se tira en su cama a pensar. Piensa y piensa. Y después va a ver el material filmado y arma cosas: encuentra ahora fantasmas. Una alucinación inducida por el uso de la cámara. Huella de lo real y alucinación.

Bueno, esto que acabo de describir de manera bastante precaria es la figura del investigador poético. Podría agregar que también es un escultor que descubre formas en la materia bruta de lo real, personajes que halla escondidos en personas que no sabían que los tenían adentro. Perrone en sus incursiones por el territorio de Ituzaingo sale a recoger pedazos de vidas reales con su cámara y luego las esculpe en su sala de montaje y en su imaginación (cuando se echa en la cama a pensar). El sonido es un arma fundamental en esta transposición: a las huellas registradas por su cámara les introduce una distancia poética mediante el mundo sonoro que compone.

Y además, Perrone es un animal de caza y un vampiro.

Pero estas metáforas requieren tiempo para que las pueda desarrollar. Esperen a que lo haga para el próximo número de La otra.

Mientras tanto, mañana voy a ver Maga Liis, que probablemente comparte muchos de los rasgos que encontré en Indio y quizá todavía aparecen algunos nuevos. Ustedes también pueden ir. Es en el Rojas, Corrientes al 2000, a las 19:00. La entrada es gratis.

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