todos estamos igual

martes, 5 de octubre de 2010

De niños

Película de amor n° 6:
amor por los niños


por Nicolás Saad *

Joaquim Jordà es un viejo, querido y respetado director catalán, traductor de varios idiomas, guionista al servicio de otros directores, actor; un outsider desde sus inicios en la vanguardista Escuela de Barcelona de los sesenta, que ahora, a los casi 70 años *, después de sufrir un accidente cerebral que lo dejó incapacitado para la lectura, después de filmar un espinoso documental sobre el inventor de la lobotomía (Monos como Becky), acaba de hacer la película más impresionante que ha dado el cine español en el último tiempo: De niños, un documental denso, durísimo y conmovedor acerca del juicio a una supuesta red de pederastas que operaba en El Raval, un barrio barcelonés marginal también conocido como el Barrio Chino.


El caso sacudió a la ciudad cuando salió a la luz, en el 97, y cuatro años más tarde, cuando se lo juzgó. La película registra el juicio y su feroz repercusión mediática, que muy probablemente acabó interfiriendo en el fallo. También examina el entramado político-inmobiliario que está en la base de la acusación. (La especulación inmobiliaria podría ser el equivalente español de la especulación financiera en la Argentina de los noventa.) Y despliega su pensamiento crítico en torno a estos temas, que no pueden tener más actualidad. Si a semejante cuadro se le suma el hecho de que dura más de tres horas, no sorprende que se haya encontrado con problemas de distribución. Hasta el momento, no ha podido estrenarse comercialmente fuera de Barcelona.

De niños ofrece, entre otras cosas, un nuevo motivo para recordar la enorme deuda que el cine tiene con la música. La película arranca con una canción de Albert Pla, una canción suave que susurra cosas tremendas y que consigue alterar el ritmo respiratorio desde el mismísimo comienzo. Más adelante el método del susurro continúa. No hay una sola imagen “dura”. No hay un retrato físico de la miseria. Lo que hay es el registro atento de un proceso mediático-judicial que arrancó con el fantasma de una organización de pederastas y terminó con dos hombres presos.

Si la música inicial es estremecedora, también lo es la nota final: el alegato de uno de los condenados, Xavier Tamarit, hablando casi de espaldas a cámara, con un hilo de voz, procurando mantenerse entero, queriendo explicar algo que para sus interlocutores es del todo inexplicable cuando ya sabe que la condena que le está cayendo la piden a gritos desde los cuatro costados.. Frente a él está el juez, un individuo que tiene a lo largo de la película una evolución que es un modelo de dramaturgia: en el último tramo, unos pocos signos leves (un bostezo, una mueca irónica, el filo de sus dientes) son suficientes para convertirlo en un personaje siniestro.


Barcelona es hoy la ciudad del Forum, una creación extraña que combina una prédica altermundista sobre la diversidad y la fusión, con una transformación urbanística propia de unos Juegos Olímpicos y con un espectacular proyecto turístico y de marketing, lo que la convierte en una especie de gigantesco shopping center del progresismo. Barcelona quiere ser el símbolo de la cultura y el plurarismo del nuevo siglo, y tal vez lo consiga, pero de lo que se encarga Jordà es de mostrar su costado más sórdido y oscuro, todo lo que los propagandistas de la ciudad quisieran mantener oculto. Esta ciudad también ha dado, hace poco, la maravillosa En construcción, y ahora, Las horas del día. Otras muestras de que algo se está gestando bajo ese suelo resbaladizo que en pocos años ha duplicado su valor de mercado, y que ha provocado estragos.

* Esta nota de Nicolás Saad fue publicada originalmente en revista La otra n° 5, del invierno de 2004. Joaquim Jordà murió el 24 de junio de 2006.

4 comentarios:

Martha dijo...

Muy buena la nota de Nicolás.
Veo , con indignación que ya empezaron los manejos de cierto sector de la Justicia para que no se d'e cumplimiento a la Ley de Medios.
Tengo que cuidarme de la presión , me dijo el médico.
La gente se debe estar muriendo de injusticia.
Besos. Martha

Anónimo dijo...

Es verdaderamente uno de los mejores documentales (y películas) que vi en mi vida.

“Gracioso” (es una forma de decir) como se oculta la cara de los policías pero no la de Tamarit.

Oscar Cuervo dijo...

Es una gran pelícual, realmente extraordinaria. La programé justamente porque sirve para cuestionar la ilegítima identificación entre pedófilo" y "abusador". En esa identificación incurrí ilegítimamente al hablar en el otro post de "curas pedófilos", donde debí haber dicho "abusadores".
Por otro lado la máscara que oculta la identidad de los policías proviene del material de origen de la tv española, que la película reproduce.

Anónimo dijo...

Gracias por tu aclaración, supongo que todos nos equivocamos, perdón por lo de hipócrita. Si te interesa leer más sobre la pedofilia, te invito a mi blog, saludos.