todos estamos igual

sábado, 30 de agosto de 2008

Men at work

Por Oscar A. Cuervo

Quizá hayan notado que en los últimos días estuve escribiendo menos en el blog. Pero esto tiene una explicación:

Estoy enfrascado en el diseño del nuevo número de revista LA OTRA, que sale muy pronto. Será un número doble, que cubre el invierno que termina y la primavera que comienza. Ahí tienen una de las tapas. Porque les cuento: gracias a una ingeniosa sugerencia de Gustavo Noriega (que él ya puso en práctica en la revista que dirige), la revista viene con dos tapas, para que cada quiosquero decida de qué lado la pone. ¿No está piola? ¡Gracias, Gustavo!

La otra tapa se las debo para dentro de unos días.

Domingo a la medianoche

O lo que es lo mismo, la primera hora del lunes, a esa hora bendita empiaza La otra.-radio por FM La Tribu, 88.7, www.fmlatribu.com.

Esta semana, además de este personaje del que habláramos aquí, vamos a escuchar y comentar los nuevos discos de Luis Alberto Spínetta, Pedro Aznar, Palo Pandolfo y Gabo Ferro.

También estaremos conversando con gente de la agrupación Carta Abierta, entre ellos el integrante de la comisión de aforismos Jimmy Herrera.

¿Ok?

viernes, 29 de agosto de 2008

Fernando Cabrera



Por Maximiliano Diomedi

El 2 de agosto del presente en Patologías Culturales (programa 188) tuvimos el privilegio de charlar telefónicamente con Fernando Cabrera, inmenso músico uruguayo. Aquí transcribimos una parte de la entrevista. (La entrevista completa en el blog de Patologías culturales).

- Escuchando tus discos pareciese que la canción tuya tiene dos momentos: por un lado el de la composición y por otro lado el de los arreglos, algo a lo que se nota le das mucha importancia. ¿Es errada esa impresión o está bien?

- Está bien. Es más, te diría que no sé si los arreglos son algo separado de la canción o forman parte de ella. Yo me imagino la canción, casi desde el momento de la composición, con una cantidad de elementos arreglísticos que le son consustanciales. Todo forma parte de ella, porque después en el resultado uno escucha todo junto. Para el oyente que no es muy especialista o que no está en la música, la impresión auditiva es una sola: la batería, la trompeta, el cantante, el chelo, el ritmo, todo junto recibe ¿no? Entonces para mi es todo un poco indisoluble. Y también te digo que yo tengo un costado arreglístico. A mi siempre me gustó la parte de los arreglos, porque incluso te diría que antes de dedicarme yo a la canción, cuando tenía 15 años, 16 o 17, no pensaba que iba a ser un cantante, lo que yo quería ser era un arreglador o un compositor de música instrumental. Me vino el asunto de las canciones un poquito después.

- Vos decías recién que el oyente recibe todo como un bloque a través del parlante de la radio. Sin embargo, ustedes los músicos están años –como es tu caso- tratando de encontrarle un sonido a la canción o un arreglo. ¿El tiempo que vos te tomás entre disco y disco últimame tiene que ver con eso, con la búsqueda de un sonido que lleva tiempo encontrar o con otra cuestión?

- Con varias cosas. Una, eso que tu dijiste. Otra, la pérdida paulatina a lo largo de mi vida –y lo digo como una cosa afortunada- de la ansiedad, del apuro por editar o por hacer cosas. Otra, el aumento paralelo de la responsabilidad y del temor, y del miedo también, a no repetirse. Pero sobre todo la pérdida de la ansiedad. Yo cuando tenía 20 años o 25 no se porqué, quién me puso en la cabeza, creía que tenía sacar un disco por año o algo así. Hoy en día lo considero un horror. No creo que nadie sea capaz de hacer doce o quince canciones buenas por año, excepto Calamaro (risas). Entonces bajé el ritmo por eso ¿viste? Para tener más cuidado por el producto. ¿Quién me apura? ¿Quién me apura?

- ¿Y cómo manejás eso? Porque uno de afuera ve muchos músicos que se repiten y a su vez sabe que es algo en lo que no querrían caer jamás? ¿Es manejable?

- Depende un poco de tu autocrítica y tu humildad, parámetros más bien psicológicos, no creerte que sos infalible, saber ver los defectos y las repeticiones. Yo le tengo mucho terror a la repetición, cosa que, por otra parte, es muy difícil de evitar, porque inevitablemente está el estilo y la personalidad, pero no me gusta repetirme. Incluso he intentado en mis discos –con suerte despareja- que las canciones individuales mayormente sean diferentes unas de otras, que es un poco la impronta de Los Beatles.

- Hace un rato nosotros presentamos el disco nuevo de Pedro Aznar –Quebrado- que consta de dos partes: un disco donde hace temas propios y otra donde hace versiones de músicos que en su infancia, su adolescencia y su formación como músico lo influyeron mucho. Hay en eso un lazo afectivo que me parece que es parecido a lo que vos mencionabas recién con lo que estás por hacer ¿no?

- Y claro. Pedro es un hombre que yo asemejo a Fito Páez o a Andrés Calamaro. Es gente que ha sido muy respetuosa y que ha investigado mucho su pasado musical, no es la clase de gente que piensa que todo comienza cuando ellos nacieron; establecen un puente con el pasado. Y Pedro es una persona muy formada que tiene mucha información sobre la música uruguaya y brasilera, del pasado argentino, de todo ¿no? Son los músicos que a mi más me gustan, no rompen sino que arman puentes.

- Uno de los discos de Pedro lleva por título Cuerpo y alma e incluye una versión de ese tema y otra de Tunguelé, ambos de Eduardo Mateo. Y esto me lleva a preguntarte cómo tomás vos a los músicos que hacen versiones de temas tuyos, una de ellas Liliana Herrero.

- ¿Y cómo querés que lo tome? Lo que hace Liliana conmigo desde hace varios años es impresionante. Yo siempre digo –no en broma sino en serio- que le voy hacer un monumento a Liliana. Estoy juntando canillas de bronce y todo eso porque ella me ha hecho tanto bien y me ha beneficiado tanto. Y además el cariño personal que nos tenemos. Las versiones que hace de mis temas son formidables. Yo te voy a decir algo, capaz que esto para alguno de los oyentes suena un poco loco, es muy personal ¿no?: Yo considero que Liliana Herrero está haciendo una de las músicas más contemporáneas y modernas de la Argentina, así nomás te lo digo. Es casi vanguardia, a pesar de que trabaja –es evidente- con materiales relacionados con la música criolla y todo eso. Ahora, su enfoque es de lo más moderno que está pasando en Argentina.

- Liliana es ejerce un modo de cantar pocas veces visto, desarma y vuelve a construir las canciones a su antojo. Ella se apropia de las canciones. Eso es lo que hace con El tiempo está después, esa canción tuya tan hermosa.

- Exactamente. Ahora hizo otra en su último disco La casa de al lado.

- Si, hace poco la fui a ver cuando presentó su disco Igual a mi corazón en el Coliseo, e hizo toda una referencia hacia tu persona muy afectiva. Se nota que te tiene mucho cariño y que le gusta mucho lo que hacés.

- Si, nos tenemos mucho cariño. Nos conocemos hace mucho, yo conozco a su familia, ha sido muy generosa conmigo.



- Hace un rato escuchábamos el disco que vos hiciste con Eduardo Mateo en el Teatro del Notariado en 1987. Imagino que en la construcción de la canción Mateo también ha dejado una huella imborrable en vos ¿no?

- Si, sin duda. Cuando yo era un chiquilín, tenía unos 14 o 15 años, Mateo ya era una leyenda acá, una leyenda no masiva, no popular, pero sí entre los entendidos, los músicos. Ya en esa época había demostrado una cantidad de cosas increíbles, luego siguió trabajando muchos años más. Ningún músico en Uruguay está libre de la influencia de Mateo. Yo incluso me animaría a decirte que hasta de sus letras aprendía algunas cosas, se habla más bien poco de la parte letrística de Mateo. Y después muchas cosas más: la libertad, el coraje de escaparle siempre a lo estándar, lo cual te hace la vida más difícil –por supuesto- porque tu música va a ser menos fácil de colocar, y no vas a ganar plata y no vas a ser famoso. Y bueno, él siempre fue así. En Uruguay eso es un impronta bastante general: escaparle a la moda, a lo repetido, y tratar de ser original. El siempre fue muy corajudo en ese aspecto. Y después están las cosas de Mateo que son imposibles de imitar y asimilar porque son su verdadero talento y su genialidad, hablo de su dominio rítmico, su swing, Esas cosas uno las puede admirar pero es difícil que las pueda copiar. Era un verdadero superdotado.

- ¿Fue una sola noche esa del Teatro del Notariado?

- Una sola noche pero dos funciones, una atrás de la otra. Después seleccionamos las mejores versiones. Quedamos muertos. (continúa)

Alex Harvey en La Otra.– radio

Por Fernando Velazco

Delilah - The Sensational Alex Harvey Band


Alex Harvey recién logró llegar a la fama en 1975 cuando su álbum Live, que contenía el cover de Tom Jones “Delilah”, trepó al puesto 100 de los charts de Billboard. Harvey tenía cuarenta años y una experiencia musical de más de diez.

Desde entonces su banda, The Sensational Alex Harvey Band, sería una de las más respetadas dentro del glam rock de Gran Bretaña.

Fuera del escenario, la vida personal de Harvey corría una suerte distinta. Preso del alcoholismo, este lo llevó a la muerte en 1982, un día antes de su cumpleaños cuarenta y siete.

El músico también había perdido a su hermano menor, el también músico Leslie Harvey, quién falleció en el escenario por la descarga eléctrica que ejerció sobre él un micrófono defectuoso. Billy Fehilly, manager y amigo íntimo de Harvey, también murió luego de un accidente aéreo.




Trágico, excéntrico, divertido, irreverente, sentimental, son solo algunos adjetivos con los que se podría definir el legado que Harvey nos dejó. De culto.

(El domingo a la medianoche lo escuchamos en La otra.- radio, FM La Tribu, 88.7, http://www.fmlatribu.com/)

jueves, 28 de agosto de 2008

Workingman's death



Este domigo a las 19:00 en el auditorio de La Tribu (Lambaré 873) seguimos con nuestro ciclo de cine contemporáneo: vamos a ver La muerte del trabajador (Workingman's death), de Michael Glawogger, Austria, 2005.



¿Está desapareciendo el trabajo manual o sólo se está volviendo invisible?



En cinco episodios y un epílogo (filmados en las minas de carbón de Ucrania, en los yacimientos de azufre de Indonesia, en un matadero de Nigeria, un cementerio de barcos en Pakistán, un complejo siderúrgico en Liaoning, China y en un parque temático en Alemania) el film de Glawogger se encarga de responder esta pregunta. En el catálogo del MARFICI 2006 donde tuve la suerte de descubrir esta película, puede leerse:



"Glawogger nos recuerda que la opulencia de los países centrales es fruto de la explotación y la miseria de los países periféricos, que las afirmaciones acerca de la desaparición del trabajo ocultan en realidad el proceso de su ocultamiento y que para dar cuenta del estado del mundo parece necesario retomar la vieja y desprestigiada categoría de totalidad. Los episodios de la película podrían ser sólo una excursión por panoramas exóticos si no fuera por el epílogo que cose e historiza todo lo que hemos visto.


Entre tanto infierno, Glawogger encuentra la manera de evitar que la exquisitez formal de su documental se convierta en un mero regodeo tanático: homenajea a sus personajes con una serie de retratos y con el tiempo cinematográfico puesto no sólo en su esfuerzo físico sino también en sus momentos de regocijo, el descanso, la charla, la comida."

miércoles, 27 de agosto de 2008

Aprender a angustiarse



Por Vigilius Haufniensis *

En uno de los cuentos de los hermanos Grimm se relata la historia de un mozo que salió a correr aventuras con el solo fin de aprender a horrorizarse. Dejemos a este aventurero que siga su camino sin preocuparnos por si llegó o no a encontrar algo capaz de infundirle espanto. Lo que sí quisiera dejar bien en claro es que esa es una aventura que todos los hombres tienen que correr, es decir, que todos tienen que aprender a angustiarse. El que no lo aprenda se busca de una manera u otra su propia ruina: o porque nunca estuvo angustiado o por haberse hundido del todo en la angustia. Por el contrario, quien haya aprendido a angustiarse en la debida forma, ha alcanzado el saber supremo.

El hombre no podría angustiarse si fuera una bestia o un ángel. Pero es una síntesis y por eso puede angustiarse. Es más, tanto más perfecto será el hombre cuanto mayor sea la profundidad de su angustia. Sin embargo, esto no hay que entenderlo -como lo suele entender la mayoría de la gente- en el sentido de una angustia por algo exterior, por algo que está fuera del hombre, sino de tal manera que el hombre mismo sea la fuente de la angustia. Sólo en ese sentido ha de entenderse sobre lo que se dice acerca de Cristo: “que se angustió hasta la muerte”; y también así se ha de entender lo que el mismo Cristo le dice a Judas: “Lo que haz de hacer, hazlo pronto.” Ni siquiera las terribles palabras: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” que a Lutero tanto le horrorizaban cada vez que predicaba sobre ellas..., ni siquiera esas palabras, repito, expresan el dolor con tanta fuerza como las anteriormente citadas. La razón es bien sencilla, ya que con las últimas palabras se designa la situación en que Cristo se encontraba, mientras que con las primeras se designa la relación con un estado todavía inexistente.

La angustia es la posibilidad de la libertad. Sólo esta angustia, junto con la fe, resulta absolutamente educadora. Y esto en la medida en que consuma todas las limitaciones finitas y ponga al descubierto todas sus falacias. A este propósito se puede afirmar que no ha existido ningún gran inquisidor que tuviera preparados tormentos tan espantosos como la angustia; y que no ha habido ningún espía que como la angustia supiera atacar con tanta astucia a los sospechosos precisamente en el momento en que se manifestaban más débiles, o embaucándolos para que ellos mismos quedaran enlazados como corderos; y, finalmente, que nunca ha habido un juez que con tanta perspicacia acertase a examinar una y mil veces al acusado como lo hace la angustia, la cual no lo suelta en ninguna ocasión, ni en las diversiones, ni en medio del bullicio, ni en el trabajo, ni durante el día, ni durante la noche.

* (Pseudónimo con el que Soren Kierkegaard escribió El concepto de angustia, libro del cual se extraen estas líneas.)

Biblioteca Kierkegaard Argentina y

Instituto Universitario ISEDET

organizan


IV Jornadas Kierkegaard

Experiencia y

concepto de la angustia
24 – 25 octubre 2008

Camacuá 282 - Buenos Aires


La Biblioteca Kierkegaard Argentina y el Instituto Universitario Isedet los invitan a participar de las IV Jornadas Kierkegaard – 2008, dedicadas a analizar la experiencia y el concepto de la angustia, tanto en el pensamiento kierkegaardiano como en autores relacionados.

Los trabajos no deberán exceder los 20.000 caracteres y deberán enviarse antes del 10 de octubre a contacto@sorenkierkegaard.com.ar

Se otorgarán certificados de asistencia a oyentes y expositores que así lo deseen. Más información en http://www.sorenkierkegaard.com.ar/

lunes, 25 de agosto de 2008

El límite de la tolerancia



Por Oscar A. Cuervo

Hace unos días comentaba el fenómeno que se estaba produciendo en el blog de Tenembaum y Zloto, un aluvión masivo de lectores (varios centenares en unos pocos días) que se presentaban como “seguidores” del dúo periodístico desde hace años y se sentían defraudados por el desempeño que estos periodistas tuvieron durante el conflicto campestre. La decepción de los mensajes hacía hincapié en el hecho de que los periodistas pasaron a desempeñar este año un rol destacado en el holding Clarín: ocupan la primera mañana y la segunda tarde de radio Mitre y tienen un programa en TN en horario central (además de ser convocados de vez en cuando por Telenoche para compartir una mesa de analistas junto con Nelson Castro, Gustavo Silvestre y Morales Solá). Lo notable (la piedra del escándalo para tantos “seguidores decepcionados”) es que el discurso de ET y MZ se haya vuelto indiscernible del resto de los comunicadores del holding. El antecedente de esa decepción es la confianza que previamente esos lectores decían haber depositado en ellos.

No se trata de contrapesar la tendenciosidad de ET y MZ con la de otros grupos como Radio 10 o C5N, en una operación de “suma cero” que llega a la conclusión “estos hacen esto mientras estos otros hacen esto otro”, de modo que cualquier análisis de los discursos termina por quedar en la nada, englobado en una especie de consuelo de tontos “todos son lo mismo”. Para mí el interés del fenómeno que se produce en este caso es la reacción de sus lectores, la puesta en crisis de un vínculo de credibilidad, vínculo que no parece en juego en el caso de Daniel Hadad, aunque más no sea porque no han aparecido “seguidores defraudados por la claudicación de Hadad”, como sí han aparecido de ET y MZ. Lamentablemente ET y MZ no produjeron ninguna reflexión que tome seriamente estas reacciones. Un post de Tenembaum se limitó a postular la existencia de una brigada K que recibiría un sueldo por hostigar a los blogs críticos del gobierno, según el modelo "se mueven por el tetra y el choripán", pero jamás que se trate de personas sinceramente decepcionadas por su actuación.

Ahora la novedad es que las reglas de juego en el blog del dúo cambiaron. De un espacio sin moderación, en el que los mensajes salían publicados automáticamente, se ha pasado a uno donde se instauró el filtro previo. A partir de ese momento la cantidad y la calidad de los mensajes críticos a estos periodistas bajó de manera abrupta. Ahora predominan mensajes de apoyo y, entre los críticos, se echan de menos aquellos que ponían en foco con mayor agudeza el desempeño periodístico de ellos, mientras que siguen apareciendo algunos mensajes que simplemente apoyan al gobierno pero sin poner bajo la lupa el factor periodístico. MZ y ET no creyeron necesario escribir un post que explicite su decisión repentina de cambiar las reglas de juego, como si esta decisión no fuera en sí misma un hecho político sujeto a fundamentación.

Como ellos no lo anunciaron oficialmente, sólo me di cuenta de la instauración de este filtro porque apareció un mensaje firmado por Ezequiel Meler en el que decía que los editores del blog habían filtrado varios mensajes suyos. Ezequiel Meler declaraba que uno de esos mensajes omitidos por Tenembaum y Zloto él había decidido subirlo al sitio Artepolítica. Fui a Artepolítica y me encontré con el siguiente texto:

“Estimados:

“Yo no suscribiría la acusación de “vendidos” que se les imputa. En general, hay una matriz bastante generalizada, que supongo se relaciona con las inevitables repercusiones de 2001, la BANELCO, etc, en el sentido de que quien piensa distinto a uno, lo hace por plata.

“No es mi caso, por lo menos.

“Sí puedo entender a los que se sienten “traicionados”, porque ustedes son su referencia periodística, y de pronto los ven en una línea de pensamiento, como mínimo, llamativa. Y, para colmo, de la vereda de enfrente. Pero bueno, algún día, frente a un gobierno que interpela en buena medida los significantes del progresismo post dictadura, iba a surgir esa diferencia de criterios oculta durante los años de resistencia al neoliberalismo.

“En lo personal, tampoco los considero traidores.

“No digo necesariamente que haya mala leche, y espero que no se entienda así. Convengamos en que dejarles un comentario en un post no es la forma ideal de expresar la lectura personal de un fenómeno complejo. Pero la matriz de análisis ético de la política, omitiendo relaciones de fuerza, marcos ideológicos, sentido histórico, etc., te sale mejor o peor según lo que piensa la Tribuna. Y a un amplio sector (no sé que tan amplio, pero lo suficientemente amplio como para que ustedes bajen a contestarle), no le pareció.

“Reconozco que no son ustedes los que cambiaron. Somos nosotros. El relato progresista partió siempre de una impugnación ética de la realidad. Es su condición de surgimiento: cuando el Muro se nos cayó encima, cuando el mundo se hizo unipolar, cuando campeaba el pensamiento único, la ética era un refugio de resistencia.

“Ustedes siguieron haciendo el mismo periodismo que aprendieron con Jorge, en los noventa, en otro contexto, totalmente distinto. Nosotros pedíamos una mayor politización, un reconocimiento de que las ideologías, mal que le pese a Ernesto, existen, y de que en la Argentina la derecha también. “La historia no es solamente pasado a evocar: es el conjunto de determinaciones y condicionamientos que sirven para entender la realidad. Y la acción política moderna -organizada, de masas, con partidos y lucha por el poder- a veces se sirve a sí misma, como la guerra, pero en buena medida se entiende mejor registrando esas relaciones históricas de lucha que reeditando los relatos trascendentes de la ética liberal clásica.

Ezequiel Meler”

Creo que el núcleo del texto de Ezequiel es la tesis de que el discurso progresista de los 90 se redujo a una impugnación ética de la realidad y que eso es algo agotado en la situación actual. Ezequiel encuentra una formulación muy atractiva de esa idea: “Reconozco que no son ustedes los que cambiaron. Somos nosotros”.

No hay que tomar al pie de la letra esta afirmación para reconocer su productividad. Es decir: puede que a la vez se haya agotado el reduccionismo ético de la política y hayan cambiado ET y MZ. Es más: puede que el cambio de estos periodistas (podríamos agregar a otros más o menos derechistas, desde Nelson Castro hasta Jorge Lanata) sea un corolario del agotamiento del reduccionismo ético de la política y no simplemente el resultado de que "se vendieron" a Clarín; por último, puede que se hayan vendido a Clarín como resultado del agotamiento de la posición noventista que reduce la política a ética.

Estos periodistas quizá no sepan hacer otra cosa que actuar como sacerdotes que todas las mañanas predican todo aquello que no interpele su propia práctica, como si hacer periodismo no fuera hacer política, sino tan sólo relatar políticas de otros. Tenembaum, a propósito del accidente aéreo de la semana pasada en España, hizo un elogio de Zapatero porque fue a visitar a los familiares de las víctimas, lo que en realidad sólo era un pretexto para reprocharle a Kirchner que cuando ocurrió Cromagnon él se quedó en el Calafate. El tono de Tenembaum era entusiasta, porque se nota que no sabe hacer otra cosa más que reprocharle a un gobernante el no haber hecho algo (o el haber hecho algo). Es decir: no es capaz de analizar un conflicto en términos de intereses en pugna, entonces todo lo que queda es que Zapatero estuvo bien al saludar a los familiares y Kirchner estuvo mal en quedarse en Calafate.

Esta función admonitoria antes la cumplían los curas de pueblo. Analizar un conflicto político en términos de intereses te lleva a exponer también desde qué lugar hablás cuando ocupás el prime time del primer multimedios del país o desde el lugar que sea que ocupes. No sos un juez ético de los gobiernos, sino un actor del conflicto, alguien que está sostenido por determinados intereses. No podés analizar una realidad en la que sólo aparecés como espectador. Como los medios de comunicación van a ser en el siglo XXI un factor de poder cada vez más gravitante, como la tecnología encierra una contradicción cada vez más aguda entre concentración y dispersión del poder, es de prever que el rol de los periodistas va en camino de convertirse en otra cosa. Van a ser (o ya son, pero lo van a ser cada vez más) operadores de comunicación, diseñadores de mensajes, editores, organizadores de la pantalla.

¿Qué palabra se usa para titular un suceso? ¿a quién se le adjudica el sujeto gramatical de una noticia? “La crisis causó dos nuevas muertes” “Paro histórico” “El campo otra vez en las rutas”, etc. Estas frases van acompañadas de una imagen: una foto donde el policía que mató a Kostecki y Santillán es apenas una nube que pasa, una pantalla dividida en dos en la que De Angeli se burla del discurso de la presidenta, etc.

¿Qué lugar queda para los MZ y ET que trabajan para una empresa cuyo mayor interés es fijar cada mañana la agenda de discusión nacional? Un lugar cada vez más reducido, ideas simples, que puedan fijar el sentido de imágenes de lectura sencilla. Moreno saltando en la plaza acompañado de un karateca, Kirchner con un ojo revirado y el ceño enrojecido, acompañado de una frase ingeniosa: eso es todo lo que necesita la "prensa independiente" para vender su edición diaria.

Finalmente quisiera agregar que estas ideas que acabo de escribir las mandé al blog de ET y MZ y que no pasaron el filtro. No serán gran cosa, pero están más allá del límite que estos defensores de la libre expresión son capaces de tolerar.

domingo, 24 de agosto de 2008

Hoy en La Tribu: una película clave de un cineasta clave



Por Oscar A. Cuervo

Hoy a las 19:00 en Lambaré 873, Goodbye south, goodbye, de Hou Hsiao Hsien.

Este ciclo de cine contemporáneo que estamos desarrollando en el auditorio de la Tribu se llama “El estado del cine, el estado del mundo” y la idea detrás del título es que el rasgo más característico del mejor cine contemporáneo consiste en haberse librado de los corsés novelísticos que marcaron la producción cinematográfica desde comienzos del siglo, librado del modelo narrativo industrial y de la cristalización de los géneros.

Esta liberación de un modelo (el de la fábrica de sueños, los códigos sentimentales, el espectáculo populista y la tendencia a la restitución narrativa de un orden vulnerado), ha sido también una liberación para: para que el cine pueda desarrollar su capacidad de captar el pulso del tiempo, o mejor dicho de los tienpos.

No vivimos en el curso de una historia universal, no transcurrimos en la corriente de un tiempo homogéneo y común a todos. Ahora, en este mismo instante (si esta expresión tiene algún sentido que no sea meramente subjetivo) coexisten tiempos divergentes y hasta contradictorios: la persistencia de reliquias de un mundo en extinción, el mundo de los pueblos particulares, el orden patriarcal, los valores familiares; la acumulación de tiempos desechados, tiempos destinados a olvidarse, la memoria cultural y política de generaciones en tránsito hacia una modernidad industrial, una modernidad que pronto ha envejecido, empujada por la presión de una experiencia de abolición del pasado, una inmersión en un presente global y simultáneo, el que nos hace vivir a todos los habitantes del globo en conexión directa con los juegos olímpicos de Beijín, que se nos presenta como el advenimiento del futuro.

Dentro de esos procesos hay también tiempos personales, el de la memoria individual, nunca del todo integrada a la historia común. En las ciudades y en sus arrabales hay personas que viven en el siglo XXI, al lado de otros que andan por 1945, otros traen en su cuerpo la memoria de una forma de vida rural. Hay jóvenes cuya memoria se remite a una idea promovida por la industria cultural de lo retro: el retro 70, el retro 80, una experiencia marcada por el ritmo de la sustitución de los productos de consumo. Otros, expulsados de toda historia, son como zombies sin tiempo, porque están fuera de cualquier segmento del mercado: no tienen pasado, no tienen futuro.

Estos tiempos coexisten malamente, intentan comunicarse o se resisten a ello: a veces en un mismo departamento, en una misma familia (El río, Paranoid park, Tarnation), las personas viven en distintas eras o en distintas galaxias. Los chicos conectados a internet se escapan de toda marcación paterna, se internan en una pantalla y se fugan hacia quién sabe dónde.

El cine es el arte mejor dotado para tomar el pulso de estos tiempos: por su capacidad de mirar y no de tan sólo producir imágenes (las que inflan el mundo de la televisión, de la TV, de la publicidad).

Si se pudiera condensar esta problemática en un sólo realizador (una problemática por otra parte común a todos los directores que estamos viendo en este ciclo) ese cineasta es Hou Hsiao Hsien. Porque está ubicado en una posición estratégica en este proceso: empieza a filmar en la década del 80, en principio sin una conciencia programática, sin una voluntad de iniciar algo ni de oponerse a lo anterior. Es algo así como un primer adelantado, aunque por supuesto tenga sus precursores: el Rosellini de la posguerra italiana, el Bresson que abjura del cine como espectáculo teatral, el Visconti de Rocco y sus hermanos, el Antonioni de la consolidación burguesa, el Pasolini de los arrabales romanos, la nueva ola francesa, y quién sabe cuántos etcéteras. Después de Hou, detrás de él, vienen claramente Tsai Ming Liang, Wong Kar-wai, Jia Zhang-ke, Apicahtpong, Nobuhiro Suwa, Lisandro Alonso y quién sabe cuántos más.



En lo que sigue reproduzco algunos fragmentos de una entrevista a Hou que le hizo el crítico francés Serge Kaganski para Les Inrockuptibles de abril de 1997. En la entrevista se ve hasta qué punto esta liberación del cine que se opera en la obra de Hou está fundada en motivos particulares y hasta íntimos de su biografía:

Serge Kaganski: ¿Por qué se convirtió en cineasta?

Hou Hsiao-hsien: Me quedaba el mayor tiempo posible fuera de mi casa: cuando no tenía clases a la tarde, antes que volver a la casa, me quedaba afuera. Me encantaba trepar a los árboles, comer algunas frutas y quedarme instalado pensativamente entre las ramas. En esos momentos, sentía el viento a mi alrededor, oía el rumor del tráfico a lo lejos... Instantes muy extraños, muy agudos para mí, instantes que tenían eco en el sentimiento de soledad que sentía de manera muy fuerte. No sabría explicarlo mejor, pero esos momentos liberaban una sensación muy profunda en mí. Es por esos momentos, creo yo, que me convertí en cineasta: solamente el cine es capaz de capturar esos momentos indecibles en los que sentimos el espacio a nuestro alrededor, donde experimentamos el sentimiento de estar en el mundo.

SK: ¿Por qué es que sus films evitan todo sentimentalismo?

HH: No soy un tipo demostrativo. No contengo la expresión de los sentimientos voluntariamente, filmo las cosas como me gusta verlas. Eso tal vez venga también de nuestra tradición literaria, en la que la tensión no debe ser fabricada artificialmente por escenas dramáticas; al contrario, se trata de dejar que la emoción brote por sí misma a través del flujo común de lo cotidiano.

SK: Sus films no recurren a una dramaturgia tradicional, con una progresión dramática o una resolución final, como la concebimos en Occidente, especialmente en el cine norteamericano.

HH: A veces, en las veladas de karaoke, observaba a algún amigo tan metido en su canto que desprendía una belleza auténtica -una emoción no traficada que brotaba de un momento presente. Es ese tipo de instantes que me gusta capturar en cine. Para mí no se trata de crear una dramaturgia, de construir una narración para incluir en ella emociones de forma artificial, sino de filmar momentos individuales, momentos cotidianos, y asir las emociones que surgen naturalmente de esos momentos. Esos momentos y esas emociones vienen de la vida real. Prefiero este método a inyectar emociones en una estructura narrativa preexistente.

SK: Entre los 15 y los 20 años, ¿se parecía usted a los jóvenes rebeldes de sus films, o era más del tipo estudioso?

HH: Me resultaba imposible quedarme tranquilo en casa. Andaba por la calle, me quedaba a menudo en los alrededores de un templo del barrio, junto a otros chicos de la calle. Nos alborotábamos, hacíamos un montón de cosas no demasiado claras. Pero me acuerdo del período en el que cristalizó mi visión del mundo: fue hacia mis 18 años, cuando murió mi madre. Me acuerdo de ella como de una persona muy triste... Tenía una larga cicatriz alrededor del cuello. Mis hermanos y hermanas y yo jamás nos atrevimos a preguntarle de dónde venía esa cicatriz porque siempre estaba en un estado de melancolía. ¿Cuál era el origen de esta melancolía? Tal vez la salud de mi padre, el hecho de que mi madre debía cuidar de él todo el tiempo. Cuando ella murió, comencé a reconstruirme y a reconstruir mi visión del mundo. Yo no había sido un chico modelo: hacía cosas malas, robaba fruta... Pero durante esos años, siempre sentí un par de ojos que me vigilaban. Esa sensación no me dejó nunca.

SK: ¿A quién pertenecen esos ojos? ¿A su consciencia, a los fantasmas de sus padres, a Dios?

HH: ¡A mí! Era como si una parte de mí mismo se separara de mi cuerpo para observar mis diversas actividades. Y el yo que observaba estaba más bien triste y desilusionado con el yo que hacía los cuatrocientos golpes. Este yo contemplativo se decía que la vida era fútil, constituida de pequeños placeres estrechos y que en el ideal, la vida no debía parecerse a eso, sino que debía ser grandiosa.

SK: Tenemos la impresión, viendo sus films, de que el Hou Hsiao-hsien contemplativo está detrás de la cámara, filmando al Hou Hsiao-hsien pillo: la historia del par de ojos melancólicos que observan sus cuatrocientos golpes continúa.

HH: Es exactamente lo que sucede con mis films. Me gustan mucho mis personajes, estos jóvenes que vagan, esos pequeños gangsters: los he conocido bien, he vivido como ellos, con ellos... Y al mismo tiempo, está este otro Hou Hsiao-hsien que los observa alejado y con melancolía. Gracias a ese desapego, soy capaz de notar los más mínimos detalles de una escena o de un personaje, el menor de sus gestos, el detalle más pequeño en su forma de hablar...

SK: La clave de su cine, ¿es el tiempo, la duración?

HH: Es importante. Al principio era algo inconsciente, reflejaba mi gusto por observar el fluir cotidiano. Pero la gente me empezó a hablar de la importancia de la duración en mis films, y entonces empecé a tomar consciencia. Es muy simple: hace falta dejar que la vida verdadera corra delante de la cámara para que el cine reproduzca la sensación de la vida.

SK: ¿Es ese sentido de la duración, ese sentimiento de la vida verdadera, el que crea hoy la diferencia entre el cine y los otros tipos de imágenes, como la tele o la publicidad?

HH: Las formas de dramaturgia de la televisión son muy convencionales y se parecen a las del cine dominante. En el sistema dominante, se comprimen las experiencias de la vida verdadera, se esquematiza la realidad para integrarla con más facilidad en fórmulas narrativas ya hechas. La mayoría de los occidentales proceden de esa forma.

SK: En Goodbye South, goodbye, como en los films de Wong Kar-wai, los personajes son trabajados por el deseo de exilio.

HH: En mis films, este tema del exilio no está ligado a una situación política particular sino a una condición humana en general. Jamás estamos satisfechos con nuestra suerte, siempre tenemos ganas de ir a ver más allá. Pero rara vez tenemos la energía para hacer esfuerzos para vivir mejor, arreglar las cosas. Dicho eso, hay una situación particular que pesa sobre la vida cotidiana de Taiwan: la presión de China. Desde los años '50, China fabrica situaciones de crisis con Hong-Kong y Taiwan. En algunas semanas Hong-Kong será parte de China. Por el contrario, para Taiwan, la situación de crisis y el sentimiento de peligro permanente van a continuar.

SK: ¿Se puede hablar de una escuela taiwanesa de cine? Los films de Tsai Ming-liang, por ejemplo, comparten con los suyos una cierta melancolía y el trabajo sobre la duración de los planos.

HH: Hay que diferenciar a Tsai Ming-liang de los otros cineastas taiwaneses. Es cierto que muchos cineastas han intentado copiar mi estilo cinematográfico y muchos no han alcanzado sino resultados superficiales, imitaciones sin interés. Tsai Ming-liang pertenece por el contrario al grupo más sensible, comprendió la esencia profunda de mi estilo. Y ha logrado crear su propia visión, trazar su propio surco en el que ancla sus sentimientos. Sabe que su visión del mundo no tiene demasiadas salidas, no tiene futuro. Es un punto en común conmigo: un punto de vista muy pesimista sobre el mundo y la sociedad taiwanesa. Pienso también que hay una diferencia mayor entre él y yo. Tsai, es como si cavara el suelo y se encarnizara con el mismo agujero cavando lo más profundo posible. Yo prefiero extender que cavar, me gusta explorar, prolongar mi visión cada vez más lejos. Pero la ausencia de futuro no es específica de Taiwan o de Tsai. Se trata de la vida en general. Es el sentimiento de que el hombre no es un individuo autónomo y libre, que no vivimos según nuestros deseos profundos. Hay un conjunto de cosas establecidas que nos aprisionan: el arrivismo, el egoísmo, etc.. Y después, estamos demasiado ocupados intentando sobrevivir. Tenemos una incapacidad de ser simplemente humanos. Y todo eso nos supera, no tenemos elección.

viernes, 22 de agosto de 2008

Palo Pandolfo y las Patologías Culturales



El amigo Maxi Diomedi ha abierto en los últimos días un nuevo blog, que es la extensión bloguera de su programa radial PATOLOGÍAS CULTURALES. Ayer subió una nota muy interesante sobre un encuentro que tuvo hace poco con Palo Pandolfo. La nota empieza así:


OFICIO DE CANTOR

Por Maximiliano Diomedi

Ayer por la tarde –noche asistí a una Clínica de composición de canciones que dictó Palo Pandolfo en Estudio Urbano (en la calle Curapaligüe al 500). Palo es de esos músicos que escucho desde muy joven y tanto sus músicas como sus letras (me interesa mucho su acercamiento a la canción popular últimamente) se me han presentado como algo muy cercano a la poesía. A mi me pasó con Palo lo que a Palo –supongo- le pasó con Spinetta: “Fue un gran disparador en mi”, dijo. Con sus altos y bajos a lo largo de tantos años de trayectoria, representa una búsqueda de la belleza y hasta diría una coherencia en la contradicción.

Llegué al lugar, entré al aula, busqué un asiento a lado de unas repisas en las que había discos y revistas amontonadas y esperé leyendo un número de Inrockuptibles que tiene al Indio Solari en la tapa. No recuerdo el título pero fue una de las tantas entrevistas que dio el año pasado cuando salió a la venta Porco Rex. Mientras el aula (muy onda universidad privada) se iba poblando yo leía a Solari tratando de explicar lo mucho que le cuesta concebir a Chabán como un asesino y a los integrantes de Callejeros como cómplices. Hablaba de una situación fortuita (creo que la palabra era esa, sino perdón) y estableció una comparación: lo que pasó en Cromañón es como una granada que pasa de mano en mano sin la traba de seguridad y en algún momento le explota a alguien. Me dejó pensando. En parte porque yo tampoco creo que sean asesinos, y en parte porque “fortuitamente” cayó esa revista en mis manos justo el día en que se inició el juicio por las 194 muertes. No fue un día cualquiera el de ayer.

De repente llegó Palo. Polera de lana color crema, sobretodo a cuadritos, la guitarra colgando del hombro y una botellita de agua en una de sus manos. Dijo que estaba nervioso, que el último mes, desde que aceptó dar la clínica, había estado pensando mucho en lo que iba a decir. Algo nervioso y todo, comenzó. “Hace 31 años que empecé a componer canciones. Fue en el 77, tenía 12 años”. Ese fue el punto de partida de un recorrido que atravesó su historia personal, porque Palo no lo dijo, pero estaba claro que para él hablar de cómo componer es hablar de su historia personal. Entonces contó que es “devoto” de Los Beatles, que las primeras cosas que escuchó fueron Hey Jude, Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, la edición argentina de Revolver, y que en su casa había un bombo legüero que él tocaba encima de esos temas.

Estaba pensando en escribir “es posible que…” pero no, lo voy a decir directamente: Palo es un intuitivo. Hay un desarrollo de la intuición que lo determina musicalmente y que lo lleva como de la mano a lo largo de la charla. Palo se tienta y se va por las ramas con la misma pasión con que horas más tarde va a cantar Estaré, una canción de la época de Los Visitantes. La intuición hace que emprenda esos viajes discursivos que lo llevan en distintas direcciones y que vuelva como sin querer a lo que estaba diciendo y retome el hilo. El sabe emprender esos viajes y darles un sentido. Intuitivamente –entonces- yo fui anotando algunas cosas que él dijo. Hay de todo un poco. Son conceptos e ideas que elaboró sobre la canción y otras cuestiones.

(La nota completa acá)

jueves, 21 de agosto de 2008

Con doble ZZ



Por Oscar A. Cuervo

Fue el emblema del socialismo alegre durante los cuatro meses del lock out chacarero, la prueba incontrastable de que el conflicto no era hegemonizado por la rancia oligarquía sino por un nuevo “sujeto social”, dinamizador de las transformaciones históricas que el país estaba requiriendo. Fue el aliado estratégico de Claudio Lozano, el hijo putativo de Humberto Volando, el que le dio una mano de barniz progre al desabastecimiento. Eduardo “no nos une el amor sino el espanto” Buzzi, aquel a quien los mellizos Enchastro estuvieron corriendo siempre por derecha.

Su sex appeal de cantante de tangos estuvo a punto de hacerlo ganar la cocarda de “El ruralista más sexy” en la última exposición Rural. Pero no, ahí también le ganó Luciano “casi un socialdemócrata” Miguens.

Ambos se abrazaron alborozados y brindaron con champagne cuando a Cleto "voto no positivo" Cobos el corazón le dijo otra cosa: habían triunfado. Pero después, cuando que hubo que hacer la cuenta para pagar el lunch, ahí Buzzi se percató de que lo que festejó es que sus pequeños representados pagaran el mismo porcentaje que los grandes latifundistas. O sea: la heroica Federación Agraria le hizo el trabajo sucio a la rancia oligarquía y ahora dicen que están peor que antes. ¿No tendrían que pensar un poco los pequeñitos en la pericia de sus dirigentes?

La cantidad de frases antológicas que el progresista Buzzi ha producido en estos meses es enorme: él fue el que se quedó pagando cuando intentó que los garcas reunidos al pie del monumento a la bandera aplaudieran a las madres: “¡Madres de la Plaza, el pueblo las abraza!”... ¿se acuerdan? Esa misma tarde dijo que la consigna era “ganar o ganar” y que el obstáculo a remover era la presidenta de la nación. Ningún movilero de TN dijo que se trataba de una patoteada. También en su momento justificó que los piqueteros chic estuvieran armados en la ruta, ya que "tenían que defenderse de los posibles ataques de las patotas de Moyano".



Últimamente se lo ve vacilante, incómodo porque Enchastro mide mejor que él en las encuestas y ya ha recibido ofertas electorales de Macri y Duhalde. Buzzi además les tiene que explicar a sus representados cuál es la mejora obtenida en estos meses de lock out, lo cual no resulta fácil. La penúltima frase encantadora que le escuché es que Luciano Miguens no tiene nada que ver con Martínez de Hoz, sino que es "un liberal que piensa casi como un socialdemócrata".

En tanto, en otro lugar de la ciudad, el socialdemócrata Luciano se junta a celebrar el centenario de la azucarera Ledesma con los hermanos Juan y Roberto Alemann, Carlos Pedro Blaquier, y con... José Alfredo Martínez de Hoz. El socialdemócrata Miguens también hace declaraciones cuando un tribunal de Corrientes condena al capitán Juan Carlos De Marchi, ex-presidente de la Sociedad Rural de esa provincia y aún dirigente ruralista. A De Marchi, a quien se lo conoce como “El Electricista” por sus destrezas con la picana, el tribunal lo encuentra culpable de delitos de lesa humanidad y lo condena a 25 años de cárcel. Ahí es cuando Cecilia Pando hace su numerito filo-nazi. Y entonces, Luciano “nada que ver con Pando” Miguens declara a la prensa que el electricista, su camarada de la Rural, es “un hombre de bien”. Lo dicho: Miguens, tiene razón Buzzi, es un liberal pero piensa como un socialdemócrata.

Pero la última es la mejor: Buzzi salió a reclamar un dólar a $ 3,80 para que la actividad de su sector sea rentable. Si el gobierno aceptara esta propuesta, ello significaría una fenomenal devaluación que afectaría principalmente a las clases de menores recursos, reduciendo de un modo brutal el actual poder adquisitivo de los salarios en pesos. Claro que esto sería muy beneficioso para los agroexprtadores que venden al mundo sus productos a precio dólar. Este es el hombre que fue la cara progresista del lock out, el aliado estratégico de Claudio Lozano.

La fórmula Buzzi-Sarlo ¿no les suena para un Frente Socialista Alegre en el 2011?

Adolescer

Por Liliana Piñeiro

Es cuestión de mirar ese momento donde todos hemos sido inciertos. En Paranoid Park Gus Van Sant hace un tajo en la experiencia adolescente abriéndola en dos, y exponiéndola para la cámara.

Un chico se asoma a la vida con extrañeza. Los adultos ya no pueden comprender las claves de su mundo, pero él aún no ha establecido la confianza necesaria con sus pares como para arriesgar su intimidad. Todo queda contenido en un silencio interior, cuyos márgenes resultan difíciles de medir. Debe aprender nuevas palabras para los sentimientos confusos, para el avance de los deseos, para un cuerpo extranjero. En este contexto, azarosamente, la gravedad de un acto irrumpe en su vida y lo arroja a la responsabilidad. Pero... ¿ante quién responder? ¿Cómo encontrar ese otro frente al cual enhebrar su palabra, construyendo un sentido posible?

Lo magistral de Van Sant es haber logrado filmar ese viraje con la respiración necesaria, propia de una experiencia donde el mundo y nosotros nos vamos construyendo de a poco. Como un rompecabezas que crece pieza por pieza, nos interpela para ensamblar. Hasta que la cámara se detiene en la cabeza vencida del adolescente, máximo punto de su angustia y soledad radical para enfrentar la vida y la muerte, cuyo espesor resulta diferente al de un parque de diversiones.

En esta película algo se sustrae de la intriga para volcarse a la expresividad de los cuerpos desgarbados, a esos rostros expulsados de la infancia, tal vez demasiado temprano. Y sólo tal vez, porque quizá nunca sabremos cuál es la hora exacta para ser adultos, en un reloj que a veces atrasa.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Qué tendrán en el bocho

Por Oscar A. Cuervo

Los antojos de la distribución hacen que en Buenos Aires se estrenen el mismo día La mujer sin cabeza y Paranoid Park, que tienen más de un punto en común, más allá de sus divergencias.

Ambas películas nos dan un baño de inmersión en la interioridad de sus protagonistas, se acercan a sus sensaciones, sobre todo a partir del sonido, en encuadres recortados y descentrados que dejan fuera de foco a casi todo otro personaje que los rodea. Es como si con sus cámaras Martel y Van Sant quisieran entrar en la mente misteriosa de sus criaturas, para estrellarse finalmente en una imposibilidad: al cabo de ambos films, los personajes permanecen misteriosos.

Y otro punto en común, a partir de esta operación de poner fuera de foco el contexto que los rodea, Van Sant y Martel logran hacer dos films altamente políticos, muy reveladores de los mecanismos de sus respectivas sociedades.

Lástima que Paranoid va en dvd, porque probablemente se trate de la película del año; y en los Arteplex está todo mal.

martes, 19 de agosto de 2008

Una mujer sin cabeza y una mujer con cabeza

Por Oscar A. Cuervo

El conflicto desatado a partir de la fallida resolución 125 -nunca mejor puesto el mote de “fallida”, porque el gobierno no pensó que iba a desencadenar todo esto- vino a mover todas las posiciones en el tablero. De alguna forma, todos hemos sentido la necesidad de re-ponernos, re-definirnos, re-pensarnos. La versión más degradada de esta experiencia coloca el problema en el lugar lo más lejos posible de sí mismo: acá lo único que pasa es que el gobierno, que Kirchner está loco, que el matrimonio perverso, que el clientelismo, que el pobre negrito (no dicen la palabra negrito porque queda mal) que mataron debajo del farol de la plaza, que le daban cincuenta pesos, un tetra, un sánguche. Cualquier cosa con tal de tirar la pelota lo más lejos posible, cualquier cosa con tal de dejar sentado que yo no tengo nada que ver, que acá el peronismo, que acá los de arriba, que todo esto yo lo veo por la tele, que lo escucho por la radio, que mando anónimos a un blog o pseudónimos a un blog, que yo nada que ver, que yo nada como siempre, yo nada.

Beatriz Sarlo lo dijo con su talento de comunicadora: “Para un intelectual progresista o peronista era muy difícil no tomar una posición porque cuando el Gobierno convoca a la historia en su epopeya anticampo, evoca a través de la historia algunos hechos fehacientes de los últimos cincuenta, sesenta o setenta años" dijo de los otros que no son ella. Y de ella misma dijo: “yo no quisiera ser alineada como miembro del Partido Comunista Revolucionario prochino, del cual fui miembro hasta los cuarenta años. Quisiera ser alineada con mis transformaciones ideológicas y políticas en los veinticinco años que siguieron. Alinear a un protagonista respecto de ese pasado me parece inaceptable”. Sarlo no quiere ser alineada consigo misma y de paso le acerca a la Rural y a La Nación unas ideas persuasivas para que estas beneméritas instituciones no queden alineadas con su pasado; y de paso recibir cariños de... Flavia y Quintín.

Con todo esto, Sarlo da un testimonio acerca de la fuerza interpeladora de la situación. Parece que todos (bueno, no todos, algunos no quieren saber nada) tenemos que pensar dónde queremos ser alineados, qué hacemos con lo que éramos, si es posible ponerle nombre a lo que hicimos o lo que dejamos de hacer. De pronto, hablar de la historia, de lo que ha sido la dictadura para nosotros, el peronismo para nosotros, el gorilismo para nosotros, la política para nosotros, la clase social de la que formamos parte, si nos movilizamos por algo o no nada nos mueve, el lugar que queremos ocupar respecto de la derecha, la izquierda, el centro, el progresismo, el setentismo, los militantes, la gente, la calle, el campo, los medios, el poder de arriba, el poder que tenemos, el que creemos tener, el que no queremos tener, el padecer siempre el poder y nunca ejercerlo, el lugar de actores o espectadores, de víctimas o cómplices, de pronto, todo eso ha sido removido y sentimos la necesidad de decir algo, de pensar algo.

Supongo yo que no se trata sólo de mandar un comentario a un blog o de salir a la calle con una cacerola, de escribir una cartulina diciendo “El campo somos todos” o “Yegua andate” o “Clarín Miente” o “No pasarán” o lo que fuera. No se trata sólo de decirle algo a otro sin a la vez decírselo a sí mismo. A mí este asunto me agarró apenas había abierto el blog La otra y desde entonces no paro de escribir.

Y como esto es política, nunca es un asunto puramente testimonial o puramente confesional. Como en el sexo, en la política nunca es uno solo, siempre hay otro, otra. Uno se vale de otro u otra para lidiar consigo mismo, y a la vez uno se vale de sí para lidiar con otro.

Ernesto Tenembaum y Marcelo Zlotogwiazda han puesto un blog y en estos días se está dando con ellos un fenómeno explosivo que tampoco deben haber previsto: cada post que ellos publican recibe un aluvión de comentarios abrumadoramente críticos, un montón de gente que les expresa su profunda decepción por el papel que han jugado en estos meses, que justo coiniciden con su ascenso al prime time de Radio Mitre y de su programa en TN (ambos del grupo Clarín). No se trata por lo general de insultos, sino de cartas personales, de cartas de ruptura con una persona a la que se creía cercana y se ha terminado por desconocer.

Un ejemplo:

“Ernesto:

“Me alegré cuando supe de este blog, porque entre otras cosas me ahorraría el pedirle a ese amigo tu e-mail, donde pensaba escribirte cosas poco gratas. Más aún, al leer casi 200 comentarios en este y otro par de posts me di cuenta que no es necesario escribir esas cosas. (...) lo que sentí cada uno de los martes desde marzo hasta acá, cuado sacrifiqué horas de sueño para ver tu programa, y terminé durmiéndome desilusionado. O cuando leí cada una de tus notas de Página donde defendías una supuesta "posición neutral" de los monopolios mediáticos.

“No se trata de diferencias de opinión. Se trata de tenerlo a De Angeli adelante y no repreguntarle. Se trata de si hacerlo con D'Elia. Se trata de llamar a la "sensatez" a "ambas partes" como si el gobierno nacional y una corporación comercial pudieran ponerse en un pie de igualdad. Se trata de hacerlo cuando la SRA es una de las partes, como si esa corporación no tuviera los antecedentes que tiene. Se trata de no hablar de esos antecedentes. Se trata de decir "paro" o "piquete" cuando la palabra adecuada para un bloqueo de caminos con el objetivo de desabatecer las cuidades es "sitio". “Se trata de no preguntarse si los chacareros tienen derecho a requisar camiones como si fueran policía. Y se trata de mil cosas más que esperé ver en tu programa y no ví, y de otras mil cosas que ví que no esperaba ver, siendo como soy oyente tuyo desde los tiempos de Lanata. Todos los ángulos de lo que sentí se han hecho ya manifiestos en este blog, y yo no escribo tan bién como para poder agregar mucho.

“Es evidente que entraste a la blogosfera con una enorme ingenuidad ¿acaso creiste que nadie te iba a contestar el comentario un tanto sobrador sobre "un día peronista"? ¿que no vendrían los que, como yo, se sienten profundamente defraudados a decirte lo que sienten? Acá el otro lado de la pantalla habla. Y aunque a veces pueda doler lo que dice, es de buena educación contestarle ¿crees que tu blog va a tener lectores si no lo haces? Así como Suar cambio de target al llevarse los culos de tinelli al 13, vos cambiaste de oyentes al elegir seguir la linea editorial de TN ¿creíste que nadie te lo iba a reprochar?

“No me importan las razones. No creo que sea por plata (nuestro amigo en común jura que sos un tipo decente, y yo no tengo por qué no creerle). No imagino apasionantes debates políticos en la cafetería de TN, rodeado de lumbreras como María Laura Santillan o Ricardo Canaletti, asi que puedo aceptar que un entorno muy poco estimulante y bastante guético te haya llevado sin darte cuenta hacia una posición sesgada. Sólo digo que la falta de mirada crítica es muy decepcionante. Y en tu programa se nota terriblemente. Si una sola vez, una sola, hubieras dicho "¿Ud. cuanto gana De Angeli?" y no le hubieras dejado escaparse con una respuesta evasiva....

“No tengo mucho mas que decir. Sólo agrego que no soy ni fuí nunca peronista, y que no te creo tan simple como para creer que todos los que aquí escribieron sean militantes K. Me pregunto cuanto durará este blog antes de que las opiniones como las que venís recibiendo te lleven a cerrar los comentarios como en el blog de Majul....”

Saludos
Severian"

En los últimos días ET y MZ recibieron alrededor de 500 mensajes en su blog, de los cuales un 80 por ciento, sin exagerar, deben ser parecidos a este. Hay unos pocos mensajes de entusiasta apoyo a Tenembaum y Zloto firmados por un ruralista admirador de los “melli De Angeli” que tiene un blog llamado Patria Chacarera; una chica llamada Maru y... Flavia y Quintín!!!

A los ET y MZ se los nota algo abrumados, no atinan a articular una respuesta consistente. Están como balbuceantes, tratando de reafirmar su credo progresista y pensándose víctimas de la intolerancia bloguera. Tenembaum dijo algo acerca de que un amigo le dijo que en internet hay una especie de brigada K, una variante de la versión de los pobres negritos que se movilizan por el sánguche y el tetra. Acá serían jóvenes de la Cámpora que reciben un sueldo por mandar comments a los blogs enemigos. Originalidad no hay, el móvil para comprometerse es siempre un puñado de morlacos. El enemigo es el clientelismo y los ñoquis. Nada que en este mismo blog no hayamos leido decenas de veces.

Quizá con el correr de los días ET y MZ puedan ir elaborando un duelo, recomponer su imagen, pensar si quieren seguir escribiendo y haciendo programas para el señor de la patriachacarera o la chica del interior a la que los padres le pagan los estudios en Buenos Aires o para... Flavia y Quintín!!! O si se reconfortan pensando que se libraron de un grupito de seguidores de su etapa anterior (intolerantes) pero ahora son adorados por las señoras que los escuchan en Mitre a la mañana, que las señoras que les mandan besitos son muchos más que los jóvenes de la Campora que les mandan esos amargos reproches. La cuestión es que hasta ellos, Tenembaum y Zloto, dos voces privilegiadas que el principal multimedios argentino ha elegido entronizar en su actual etapa, deben estar pensando como Sarlo, si quieren ser alineados con su pasado o si eso les resulta intolerable.

Justo esta semana se estrena La mujer sin cabeza, de Lucrecia Martel. Esta cineasta tiene una idea algo distinta de la que ha producido Sarlo para romper con su pasado. No, Lucrecia piensa distinto de Sarlo (seguro que no va a recibir cariños de...).

“En el fondo, toda esta película -habla de La mujer sin cabeza- era una indagación personal acerca de algo que me resulta inexplicable en nuestra historia, que es la negación. Cómo hicieron, los que no estuvieron implicados directamente en la militancia o en el aparato represivo, para negar lo que sucedía. A mí me sorprende mucho más que la tortura. Entiendo más la impiedad, la muerte y la violencia que la actitud del resto de la sociedad de hacerse la que no sabe, o evitar darse cuenta de lo que está pasando.

“Es un mecanismo aterrador, es dejar que obren por vos, es sumarte a las convicciones de los otros. En el discurso, nuestro lenguaje está cargado de negaciones, de obliteraciones, de cosas encubiertas. Y me parece que es porque la sociedad convive con desigualdades que obligan a un ejercicio diario de negación, un ejercicio que necesita de mucha habilidad, mucha creatividad; no es algo burdo, es un mecanismo muy delicado y muy sofisticado.

"Para mí, el terror de la sociedad que no estuvo militando ni formó parte directa del aparato represivo es el terror de reconocer que sí sabían, que sí participaban de esa situación, y que dejaron que pasara. Por eso se habla de “revolver”. Para convivir con esa negación hay que encontrar justificaciones a tal extremo que se terminan modificando los hechos de la vida, uno se olvida de cosas. Pero ese esfuerzo también significa olvidarte de parte de tu propia vida. Junto con el esfuerzo de no ser responsable de un evento, la sociedad te exige que te olvides de todo lo que pasó alrededor de ese evento, que también es olvidarse de uno mismo. La mujer sin cabeza es una aproximación, totalmente personal, ni completa, ni reveladora, a ese funcionamiento perverso que tenemos como sociedad”.

lunes, 18 de agosto de 2008

Puré de nervios 2: La sobredosis



Por Martha Silva

Es verdaderamente entrañable la evocación de los artistas de varieté de la Costanera Sur, que hiciera el dramaturgo Mauricio Kartun, en Tristezas del género ínfimo: surgieron modestamente en los tablados de verano y muy pocos alcanzaron la celebridad. Entre ellos estuvieron José Marrone, el Chúcaro, Mariano Mores, Chassman y Chirolita y Hugo Díaz.

El teatro estaba representado por el “género chico” –el sainete y la zarzuela-, el “género grande” –la comedia y el drama- y el “varieté” - que era el orgulloso género ínfimo que transcurría en discretos tabladitos de madera, un antagonista de hierro para los teatros tradicionales del Centro-. Hoy vuelven a surgir estos artistas, a veces en unipersonales, con sus técnicas cercanas a lo circense, algo aggiornadas y aquel mismo espíritu zumbón.

Pero si bien es cierto que están los que se transforman en pocos segundos, los imitadores, los mimos, los ventrílocuos y los magos, lo que ha variado fundamentalmente es la temática que transitan, que se ha vuelto decididamente cruel. Poco ha quedado de aquella ingenuidad de los años 50, pues la preocupaciones del hombre moderno giran en torno del Éxito, el Dinero, la Seguridad, y las Noticias.

Aquel hombre de las ciudades, que vivía en pensiones e iba a la milonga, ahora se ha convertido en un ser doblemente solitario, asediado por las malas noticias que se trasmiten agigantadas por los medios de difusión. Está aterrorizado, asediado, al borde del ataque de pánico, obligado a enclaustrarse y consumir un puré de sedantes que lo ayudan a soportar la cruel realidad.
Las noticias son cada vez más impresionantes- el sonido en esta obra juega un papel fundamental- pero ante ello, otro ejemplar humano puede reaccionar de modo muy diferente: este personaje de la fauna moderna que despliega Sergio Lumbardini, con sus técnicas de clown, titiritero, mago y ventrílocuo, se coloca en las antípodas del hombre timorato: es el tipo seguro que niega todo motivo de preocupación. Su expresión preferida es “¿qué tal? ¿todo bien?”. Luego nos enteramos de que nada está bien y su existencia está plagada de calamidades, pero él se defiende del mundo con ese latiguillo.

Una pareja “Chirolita”, en la que la mujer sólo gime en silencio, representa las relaciones sentimentales cosificadas y despreciables. La vil explicación del hombre acerca de esa pareja surgida en un chat alega que fue sólo un touch and go y que, después de sucesivos touch, no queda más recurso que el go. Todo se ha ido transformando en un despreciable truco de magia como los de El Mago Gregorio, otra cratura de Lumbardini, perpetuamente frustrado en sus intentos de maravillar. Y el intento fallido de recrear los viejos recursos de Marcel Marceau, con una soga que resulta demasiado corta.

Todo mal.

Pero que saldrá del teatro riendo, se lo podemos asegurar, aunque luego se interrogue.

(Centro Cultural de la Cooperación, Corrientes 1543)

domingo, 17 de agosto de 2008

Dreamin' of you


(El nuevo tema de Bob Dylan)
La luz en este lugar es realmente mala
es como estar en el fondo de un arroyo
en cualquier momento estoy esperando
despertarme de un sueño
te extraño tanto, ese suave toque
como la tumba de un niño
que ni llora ni ríe
Estoy escondiendo mi fe bajo la lluvia
estoy soñando con vos
es todo lo que hago
y me está volviendo loco.

En algún lugar está amaneciendo
la luz está atravesando el piso
las campanas de la iglesia suenan
me pregunto para quién.
Seguí a cualquier estrella
y me verás donde quieras que estés.
El pasado sombrío es tan vago e inmenso
estoy durmiendo en el Palacio del Dolor.
Estoy soñando con vos
es todo lo que hago
y me está volviendo loco.

Puede que ellos me ganen, puede que no
como sea, no será esta noche
ojalá tu mano estuviera junto a la mía ya mismo
podríamos ir adonde está la luna llena.
Por años me tuvieron encerrado en una jaula
algunas cosas duran mucho y por eso pensás que seguirán
y nunca jamás se explican.
Estoy soñando contigo
es todo lo que hago
y me está volviendo loco.

Bueno, cuando estoy hambriento, como
cuando tengo la garganta seca, bebo
vivo mi vida en un cuadrado
aunque se me caiga la carne de la cara
no importa con tal de que estés ahí.
Me siento como un fantasma enamorado
bajo los cielos
me siento tan lejos como jamás estuve
tan lejos que puedo llegar
a soñar con vos, es todo lo que hago
Pero esto me está volviendo loco.

Todo es tan esquivo como un día
de forma rara e inusual
espirales de niebla dorada aquí
y allá un resplandor,
como rayos de luz en una estrella.
Puede ser que estés aquí o puede que no
puede ser que toques algo y te quemes
el sol silencioso ha provocado mi huida
haciéndome un agujero en el cerebro
Estoy soñando con vos
es todo lo que hago
pero me está volviendo loco.



Uf, es nueva la canción de Dylan, que acabo de traducir, lo cual presenta problemas insolubles para un inepto en la materia como yo (si Eamonn pasa por acá, puede sugerir algún retoque). Pero no iba a resistir la tentación de traducirla, aún cuando la tarea me supere.

La canción, Dreamin' of you, forma parte de un CD doble que se va a editar el 7 de octubre, y que contendrá grabaciones hasta ahora inéditas, demos, tomas alternativas que fueron descartadas de los discos oficiales, que abarcan un período que va desde 1989 hasta el 2006. Es decir, todo lo que viene durando The Never Ending Tour, que es algo así como la segunda época dorada de Dylan después de aquel fulgurante período que terminó con un accidente de moto a mediados de los 60. En este último período Bob grabó algunos de sus más grandes discos, como Time Out of Mind, Love and Theft, Modern Times y Oh Mercy. También va a salir una edición de Luxe con un tercer disco de rarezas. La lista de temas que se anuncian es:

Disco 1:
‘Mississippi’ (Inédito de- ‘Time Out Of Mind’)
‘Most Of The Time’ (versión alternativa de ‘Oh Mercy’)
‘Dignity’ (demo en piano de ‘Oh Mercy’)
‘Someday Baby’ (versión alternativa de ‘Modern Times’)
‘Red River Shore’ (Inédito de ‘Time Out Of Mind’)
‘Tell ‘Ole Bill’ (versión alternativa del soundtrack de ‘North Country'))
‘Born In Time’ (Inédito de ‘Oh Mercy’)
‘Can’t Wait’ (versión alternativa de ‘Time Out Of Mind’)
‘Everything Is Broken’ (versión alternativa de ‘Oh Mercy’)
‘Dreamin’ Of You’ (Inédito de ‘Time Out Of Mind’)
‘Huck’s Tune’ (’Lucky You’ soundtrack)
‘Marchin’ To The City’ (Inédito de ‘Time Out Of Mind’)
‘High Water (For Charley Patton)’ (Vivo en Niagara, 2003)

Disco dos:
‘Mississippi’ (version inédita #2, de ‘Time Out Of Mind’)
‘32-20 Blues’ (Inédito de ‘World Gone Wrong’)
‘Series of Dreams’ (Inédito de ‘Oh Mercy’)
‘God Knows’ (Inédito de ‘Oh Mercy’)
‘Can’t Escape From You’ (Inédito de December 2005)
‘Dignity’ (Inédito de ‘Oh Mercy’)
‘Ring Them Bells’ (En vivo en el Supper Club, 1993)
‘Cocaine Blues’ (Vivo, Vienna, 1997)
‘Ain’t Talkin” (versión alternativa de ‘Modern Times’)
‘The Girl On The Greenbriar Shore’ (Vivo, 1992)
‘Lonesome Day Blues’ (Vivo, Sunrise, Florida, 2002)
‘Miss The Mississippi’ (Inédito 1992)
‘The Lonesome River’ (Con Ralph Stanley, de ‘Clinch Mountain Country’)
”Cross The Green Mountain’ (del soundtrack de ’Gods and Generals')

Disco 3:
Duncan And Brady’ (Inédito de 1992)
‘Cold Irons Bound’ (Vivo, Bonnaroo - June 2004)
‘Mississippi’ (versión inédita #3 de ‘Time Out Of Mind’)
‘Most Of The Time’ (versión alternativa #2 de ‘Oh Mercy’)
‘Ring Them Bells’ (versión alternativa de ‘Oh Mercy’)
‘Things Have Changed’ (Vivo, Portland, Oregon, 2000)
‘Red River Shore’ (versión inédita #2 - ‘Time Out Of Mind’)
‘Born In Time’ (versión inédita #2 - ‘Oh Mercy’)
‘Tryin’ To Get To Heaven’ (Vivo, London, 2000)
‘Marchin’ To The City’ (versión inédita #2 - ‘Time Out Of Mind’)
‘Can’t Wait’ (versión alternativa #2 de ‘Time Out Of Mind’)
‘Mary And The Soldier’ (Inédita de ‘World Gone Wrong’).

sábado, 16 de agosto de 2008

Tropezar con Johnny To


Por Eduardo D. Benitez

Avanza la bestia Johnny To sobre nuestras salas de cine. En un principio fueron los videoclubs (exceptuando la circulación de sus películas por festivales) quienes recibieron la edición de Fulltime Killers. Luego la aparición de Ayer otra vez, película que gran parte de la crítica consideró menor dentro del contexto general de su obra.1 Ya inmersos en el 2008 la edición en DVD de Exiled y la vuelta a las salas con el díptico mafioso Election2, llegan para confirmar la irrupción (afortunados nosotros los espectadores) de To en la escena cinematográfica local.

Al parecer Johnny To es muy prolífico (hace un promedio de tres obras por año) y hace también películas más bien comerciales (comedietas livianas, películas de súper acción) para encantar al mercado de su país. No las conocemos. Mejor así.

¿Quién es Johnny To? Un señor que hace con los géneros una práctica de saltimbanqui. Una manera magistral de yuxtaponer melodrama, comedia, thriller, etc. Cuando una de sus películas comienza a tener su anclaje en algún género, de inmediato aparece alguna secuencia que da un giro y revierte las cosas.

La secuencia es la siguiente: durante algunos minutos la imagen ralentada prolonga y espesa la inacción de unos mafiosos armados que se amenazan recíprocamente en el interior de una casa. Se miran, escanean sus cuerpos, se reconocen. Descubren algo. Compartieron sus inicios en el mundo del hampa. Bajan sus armas. Uno de ellos propone: “¿porqué no lo charlamos?”. Corte: se estaban por matar; ahora cenan las delicias que acaba de cocinar la mujer de uno de ellos y se toman fotos con una polaroid posando con unas risitas, con una expresión en sus rostros de adolescentes en viaje de egresados… (Exiled). De un segundo a otro puede pasarse del humor a la violencia más desmedida o viceversa. No se termina de hacer pie en el relato policial o de gangster y un chiste elegantemente descolocado se infiltra y nos pega un cachetazo.

Hay cierta ambición por hacer confluir todas las ficciones posibles en una. Un sueño mítico. Y por el laberinto de ese sueño mítico Andy Lau y Sammi Cheng (la pareja de ladrones más glamorosa que se ha visto en mucho tiempo) nos llevan de la mano. Son, en el fondo, criaturitas indefensas que sólo buscan amor y que hacen revivir con sus cuerpos el policial, la comedia de rematrimonio, el melodrama (Ayer otra vez). Pero To aglutina géneros para hacer revivir el pasado de manera indirecta. Pero siempre corriendo el eje, rehusándose a que el film pueda ser encasillado. Sin manierismos afectivos, ni nostalgias.

Tal vez el film menos jugado en este sentido sea Election, que no logra correrse del verosímil ciento de veces visto en el cine de gangsters (en este caso la mafia china o hongkonesa: las Tríadas) ni siquiera un poco.

Sin embargo las películas de Johnny To merecen ser visitadas. Tal vez no figure nunca entre los mejores realizadores de nuestro siglo, pero hace esfuerzos por logarlo y por renovarse.

1 Para quien escribe, Ayer otra vez es de lo mejor que se pudo ver del hongkonés por estas latitudes.2 Y considera que el díptico Election está muchos escalones por debajo de Exiled y Ayer otra vez.

viernes, 15 de agosto de 2008

El domingo en La otra.- radio, el autor de la biografía de Lamborghini

Se llama Ricardo Straface y está preparando una muy esperada y extensa biografía del autor de El niño proletario y El Fiord, Osvaldo Lamborghini. Este domingo a la medianoche en La otra.- radio, FM La Tribu, 88.7.

jueves, 14 de agosto de 2008

Takashi Miike: muy





Por Oscar A. Cuervo

Si hubiera que definir al cineasta Takashi Miike con una sola palabra yo elegiría el adverbio muy.
Miike es muy.

En sus 48 años de vida lleva hechas unas 80 películas y no hay señales de que vaya a parar. Debo haber visto apenas 10 de las 80, pero me bastó ver dos o tres para darme cuenta de que era muy.

Miento: la primera que vi fue Dead or Alive (la que vamos a proyectar este domingo a las 19:00 en al auditorio de La Tribu, Lambaré 873). La vi en el otoño del 2000, en el marco del Bafici, una trasnoche en el Cosmos. En el 2000 no estábamos aún muy avisados de las vertientes más extremas del cine oriental. La gimnasia del festival hace que uno vea 3, 4, 5 películas por día y que deje para última hora algo que pueda disfrutarse con cierto relax. Así que ahí fuimos a ver a este japonés que venía recomendándose boca a boca. La primera secuencia de Dead or Alive nos voló la cabeza. Me acuerdo del azoramiento del público que había asistido a esa trasnoche del Cosmos, de las ovaciones que remataban varias escenas y de la euforia más propia de un recital de rock con que se festejó su insólito final. Anoté en mi libretita: Takashi Miike: muy.

Así que no me perdí las otras que dieron ese año: La ciudad de las almas perdidas y... ¡Audition! No puedo decir el horror físico que me produjo ver Audition por primera vez, en una sala de cine y en una copia fílmica. Todavía conservo en mi cuerpo la huella de ese horror, no puedo pensar en algunos pasajes (más en sonidos que en imágenes, Miike demuestra que el máximo horror no hace necesario mostrarlo todo, sino apenas sugerirlo con un sonido) sin volver a sentirlo.

Con tres películas de Miike como esas uno ya sabe que es muy. Audition es muy distinta a Dead or Alive. A su vez, cada una de ellas plantea ciertos bruscos giros de tono: algo puede empezar como una comedia familiar, devenir en una animación con muñequitos de platilina, para después convertirse en un horror absoluto o en un musical. En sus mejores películas esos giros funcionan perfectamente y uno va acelerando sus pulsaciones a medida que se va dando cuenta de que con Miike no hay a qué atenerse y que el próximo minuto puede ser fatal. Films como Audition, Dead or Alive o La felicidad de los Katakouris llevan a pensar que se trata de un genio desatado, un tipo muy pero muy.

Entonces uno va feliz al encuentro de una película de Miike, pero además sabe que el japonés filma muy mucho, tal vez demasiado, 4, 5, 6 películas por año. Y entonces uno descubre que Miike también hace películas malas: muy malas. El aburrimiento puede ser enorme, lo que otras veces funcionaba perfecto acá no anda ni para atrás ni para adelante. Y hay otras que no son ni geniales ni pésimas, sino de reputación dudosa: algo que parece venirse desbarrancando de pronto remata en una escena absolutamente delirante: Gozu. Una comedia para lucimiento de un grupo teen pop (a la manera de Rebelde Way) puede desembocar de un momento a otro en alguna bizarrería o mantenerse siempre al borde del ridículo (Andromedia). Una especie de reality-show familiar puede ser la versión siglo XXI de Teorema de Pasolini (Visitor Q). La típica historia de un adolescente apocado que esconde dentro suyo a un oscuro super-héroe puede contener derrames de violencia intolerable: Ichi the Killer. Y así sucesivamente.

El carácter de su cine contrasta fuertemente conel de otros realizadores que provienen del lejano oriente y que solemos programar en los ciclos de La otra. Nada que ver con Hou Hisao Hsien, con Jia Zhang-ke o Hong Sang-soo. No juega en ese borde indecidible entre el documental y la ficción, no apuesta al plano secuencia de larga duración, no se detiene en la contemplación. Podría decirse que hace cine de género, pero esa es una caracterización muy engañosa. Porque si los otros directores que solemos ver (Tsai, Van Sant, Apichatpong, Guerín) desectructuran la puesta en escena clásica para tratar de hacernos ver y oir por primera vez, como si nunca hubiésemos visto una película, Miike agarra para el lado contrario: juega dentro de los géneros, pero satura sus mecanismos hasta hacerlos implotar.

Lo que vamos a ver este domingo en la Tribu es para mí una de las cinco grandes películas suyas que lo ubicarían entre los mejores, aunque no hubiese hecho las 65 restantes.

Dead o alive, una película muy.

Lamborghini en La otra


(Ilustración: El Tomi)


EL NIÑO PROLETARIO
Por Osvaldo Lamborghini

Desde que empieza a dar sus primeros pasos en la vida, el niño proletario sufre las consecuencias de pertenecer a la clase explotada. Nace en una pieza que se cae a pedazos, generalmente con una inmensa herencia alcohólica en la sangre. Mientras la autora de sus días lo echa al mundo, asistida por una curandera vieja y reviciosa, el padre, el autor, entre vómitos que apagan los gemidos lícitos de la parturienta, se emborracha con un vino más denso que la mugre de su miseria.

Me congratulo por eso de no ser obrero, de no haber nacido en un hogar proletario.

El padre borracho y siempre al borde de la desocupación, le pega a su niño con una cadena de pegar, y cuando le habla es sólo para inculcarle ideas asesinas. Desde niño el niño proletario trabaja, saltando de tranvía en tranvía para vender sus periódicos. En la escuela, que nunca termina, es diariamente humillado por sus compañeros ricos. En su hogar, ese antro repulsivo, asiste a la prostitución de su madre, que se deja trincar por los comerciantes del barrio para conservar el fiado.

En mi escuela teníamos a uno, a un niño proletario.

Stroppani era su nombre, pero la maestra de inferior se lo había cambiado por el de ¡Estropeado! A rodillazos llevaba a la Dirección a ¡Estropeado! cada vez que, filtrado por el hambre, ¡Estropeado! no acertaba a entender sus explicaciones. Nosotros nos divertíamos en grande.

Evidentemente, la sociedad burguesa se complace en torturar al niño proletario, esa baba, esa larva criada en medio de la idiotez y del terror.

Con el correr de los años el niño proletario se convierte en hombre proletario y vale menos que una cosa. Contrae sífilis y, enseguida que la contrae, siente el irresistible impulso de casarse para perpetuar la enfermedad a través de las generaciones. Como la única herencia que puede dejar es la de sus chancros, jamás se abstiene de dejarla. Hace cuantas veces puede la bestia de dos espaldas con su esposa ilícita, y así, gracias a una alquimia que aún no puedo llegar a entender (o que tal vez nunca llegaré a entender), su semen se convierte en venéreos niños proletarios. De esa manera se cierra el círculo, exasperadamente se completa.

¡Estropeado!, con su pantaloncito sostenido por un solo tirador de trapo y los periódicos bajo el brazo, venía sin vernos caminando hacia nosotros, tres niños burgueses: Esteban, Gustavo, yo.

La execración de los obreros también nosotros la llevamos en la sangre.

Gustavo adelantó la rueda de su bicicleta azul y así ocupó toda la vereda. ¡Estropeado! hubo de parar y nos miró con ojos azorados, inquiriendo con la mirada a qué nueva humillación debía someterse. Nosotros tampoco lo sabíamos aún pero empezamos por incendiarle los periódicos y arrancarle las monedas ganadas del fondo destrozado de sus bolsillos. ¡Estropeado! nos miraba inquiriendo con la cara blanca de terror.

Oh por ese color blanco de terror en las caras odiadas, en las fachas obreras más odiadas, por verlo aparecer sin desaparición nosotros hubiéramos donado nuestros palacios multicolores, la atmósfera que nos envolvía de dorado color.

A empujones y patadas zambullimos a ¡Estropeado! en el fondo de una zanja de agua escasa. Chapoteaba de bruces ahí, con la cara manchada de barro, y nuestro delirio iba en aumento. La cara de Gustavo aparecía contraída por un espasmo de agónico placer. Esteban le alcanzó un pedazo cortante de vidrio triangular. Los tres nos zambullimos en la zanja. Gustavo, con el brazo que le terminaba en un vidrio triangular en alto, se aproximó a ¡Estropeado! y lo miró. Yo me aferraba a mis testículos por miedo a mi propio placer, temeroso de mi propio ululante, agónico placer. Gustavo le tajeó la cara al niño proletario de arriba hacia abajo y después ahondó lateralmente los labios de la herida. Esteban y yo ululábamos. Gustavo se sostenía el brazo del vidrio con la otra mano para aumentar la fuerza de la incisión.

No desfallecer, Gustavo, no desfallecer.

Nosotros quisiéramos morir así, cuando el goce y la venganza se penetran y llegan a su culminación.

Porque el goce llama al goce, llama a la venganza, llama a la culminación.

Porque Gustavo parecía, al sol, exhibir una espada espejeante con destellos que también a nosotros venían a herirnos en los ojos y en los órganos del goce.

Porque el goce ya estaba decretado ahí, por decreto, en ese pantaloncito sostenido por un solo tirador de trapo gris, mugriento y desflecado.

Esteban se lo arrancó y quedaron al aire las nalgas sin calzoncillos, amargamente desnutridas del niño proletario. El goce estaba ahí, ya decretado, y Esteban, Esteban de un solo manotazo, arrancó el sucio tirador. Pero fue Gustavo quién se le echó encima primero, el primero que arremetió contra el cuerpiño de ¡Estropeado!, Gustavo, quien nos lideraría luego en la edad madura, todos estos años de fracasada, estropeada pasión: él primero, clavó primero el vidrio triangular donde empezaba la raya del trasero de ¡Estropeado! y prolongó el tajo natural. Salió la sangre esparcida hacia arriba y hacia abajo, iluminada por el sol, y el agujero del ano quedó húmedo sin esfuerzo como para facilitar el acto que preparábamos. Y fue Gustavo, Gustavo el que lo traspasó primero con su falo, enorme para su edad, demasiado filoso para el amor.

Esteban y yo nos conteníamos ásperamente, con las gargantas bloqueadas por un silencio de ansiedad, desesperación. Esteban y yo. Con los falos enardecidos en las manos esperábamos, mientras Gustavo daba brincos que taladraban a ¡Estropeado! y ¡Estropeado! no podía gritar, ni siquiera gritar, porque su boca era fírmemente hundida en el barro por la fuerte militari de Gustavo.

A Esteban se le contrajo el estómago a raíz de la ansiedad y luego de la arcada desalojó algo del estómago, algo que cayó a mis pies. Era un espléndido conjunto de objetos brillantes, rícamente ornamentados, espejantes al sol. Me agaché, lo incorporé a mi estómago, y Esteban entendió mi hermanación. Se arrojó a mis brazos y yo me baje los pantalones. Por el ano desocupé. Desalojé una masa luminosa que enceguecía con el sol. Esteban la comió y a sus brazos hermanados me arrojé.

Mientras tanto ¡Estropeado! se ahogaba en el barro, con su ano opaco rasgado por el falo de Gustavo, quien por fin tuvo su goce con un alarido. La inocencia del justiciero placer.

Esteban y yo nos precipitamos sobre el inmundo cuerpo abandonado. Esteban le enterró el falo, recóndito, fecal, y yo le horadé un pie con un punzón a través de la suela de soga de alpargata. Pero no me contentaba tristemente con eso. Le corté uno a uno los dedos mugrientos de los pies, que ya de nada irían a servirle. Nunca más correteos, correteos y saltos de tranvía en tranvía, tranvías amarillos.

Promediaba mi turno pero yo no quería penetrarlo por el ano.

-Yo quiero succión- crují.

Esteban se afanaba en los últimos jadeos. Yo esperaba que Esteban terminara, que la cara de ¡Estropeado! se desuniera del barro para que ¡Estropeado! me lamiera el falo, pero debía entretener la espera, armarme en la tardanza. Entonces todas las cosas que le hice, en la tarde de sol menguante, azul, con el punzón. Le abrí un canal de doble labio en la pierna izquierda hasta que el hueso despreciable y atorrante quedó al desnudo. Era un hueso blanco como todos los demás, pero sus huesos no eran huesos semejantes. Le rebané la mano y vi otro hueso, crispados los nódulos -falanges aferrados, calvados en el barro, mientras Esteban agonizaba a punto de gozar. Con mi corbata roja hice un ensayo en el cuello del niño proletario. Cuatro tirones rápidos, dolorosos, sin todavía el prístino, argénteo fin de muerte. Todavía escabullirse literalmente en la tardanza.

Gustavo pedía a gritos por su parte un fino pañuelo de batista. Quería limpiarse la arremolinada materia fecal con que ¡Estropeado! le ensuciara la punta rósea hiriente de su falo. Parece que ¡Estropeado! se cagó. Era enorme y agresivo entre paréntesis el falo de Gustavo. Con entera independencia y solo se movía, así, y así, cabezadas y embestidas. Tensaba para colmo los labios delgados de su boca como si ya mismo y sin tardanza fuera a aullar. Y el sol se ponía, el sol que se ponía, ponía. Nos iluminaban los últimos rayos en la rompiente tarde azul. Cada cosa que se rompe y adentro que se rompe y afuera que se rompe, adentro y afuera, adentro y afuera, entra y sale que se rompe, lívido Gustavo miraba el sol que se moría y reclamaba aquel pañuelo de batista, bordado y maternal. Yo le di para calmarlo mi pañuelo de batista donde el rostro de mi madre augusta estaba bordado, rodeado por una esplendente aureola como de fingidos rayos, en tanto que tantas veces sequé mis lágrimas en ese mismo pañuelo, y sobre él volqué, años después, mi primera y trémula eyaculación.

Porque la venganza llama al goce y el goce a la venganza pero no en cualquier vagina y es preferible que en ninguna. Con mi pañuelo de batista en la mano Gustavo se limpió su punta agresiva y así me lo devolvió rojo sangre y marrón. Mi lengua lo limpió en un segundo, hasta devolverle al paño la cara augusta, el retrato con un collar de perlas en el cuello, eh. Con un collar en el cuello. Justo ahí.

Decansaba Esteban mirando el aire después de gozar y era mi turno. Yo me acerqué a la forma de ¡Estropeado! medio sepultada en el barro y la di vuelta con el pie. En la cara le brillaba el tajo obra del vidrio triangular. El ombligo de raquítico lucía lívido azulado. Tenía los brazos y las piernas encogidos, como si ahora y todavía, después de la derrota, intentara protegerse del asalto. Reflejo que no pudo tener en su momento condenado por la clase. Con el punzón le alargué el ombligo de otro tajo. Manó la sangre entre los dedos de sus manos. En el estilo más feroz el punzón le vació los ojos con dos y sólo dos golpes exactos. Me felicitó Gustavo y Esteban abandonó el gesto de contemplar el vidrio esférico del sol para felicitar. Me agaché. Conecté el falo a la boca respirante de ¡Estropeado!. Con los cinco dedos de la mano imité la forma de la fusta. A fustazos le arranqué tiras de la piel de la cara a ¡Estropeado! y le impartí la parca orden:

- Habrás de lamerlo. Succión-

¡Estropeado! se puso a lamerlo. Con escasas fuerzas, como si temiera hacerme daño, aumentándome el placer.

A otra cosa. La verdad nunca una muerte logró afectarme. Los que dije querer y que murieron, y si es que alguna vez lo dije, incluso camaradas, al irse me regalaron un claro sentimiento de liberación. Era un espacio en blanco aquel que se extendía para mi crujir.

Era un espacio en blanco.

Era un espacio en blanco.

Era un espacio en blanco.

Pero también vendrá por mí. Mi muerte será otro parto solitario del que ni sé siquiera si conservo memoria.

Desde la torre fría y de vidrio. Desde donde he contemplado después el trabajo de los jornaleros tendiendo las vías del nuevo ferrocarril. Desde la torre erigida como si yo alguna vez pudiera estar erecto. Los cuerpos se aplanaban con paciencia sobre las labores de encargo. La muerte plana, aplanada, que me deja vacío y crispado. Yo soy aquel que ayer nomás decía y eso es lo que digo. La exasperación no me abandonó nunca y mi estilo lo confirma letra por letra.

Desde este ángulo de agonía la muerte de un niño proletario es un hecho perfectamente lógico y natural. Es un hecho perfecto.

Los despojos de ¡Estropeado! ya no daban para más. Mi mano los palpaba mientras él me lamía el falo. Con los ojos entrecerrados y a punto de gozar yo comprobaba, con una sola recorrida de mi mano, que todo estaba herido ya con exhaustiva precisión. Se ocultaba el sol, le negaba sus rayos a todo un hemisferio y la tarde moría.
Descargué mi puño martillo sobre la cabeza achatada de animal de ¡Estropeado!: él me lamía el falo. Impacientes Gustavo y Esteban querían que aquello culminara para de una buena vez por todas: ejecutar el acto. Empuñé mechones de pelo de ¡Estropeado! y le sacudí la cabeza para acelerar el goce. No podía salir de ahí para entrar al otro acto. Le metí en la boca el punzón para sentir el frío del metal junto a la punta del falo. Hasta que de puro estremecimiento pude gozar. Entonces dejé que se posara sobre el barro la cabeza achatada de animal.

-Ahora hay que ahorcarlo rápido- dijo Gustavo.

-Con un alambre- dijo Esteban- en la calle de tierra donde empieza el barrio precario de los desocupados.

-Y adiós Stroppani ¡vamos!- dije yo.

Remontamos el cuerpo flojo del niño proletario hasta el lugar indicado. Nos proveímos de un alambre. Gustavo lo ahorcó bajo la luna, joyesca, tirando de los extremos del alambre. La lengua quedó colgante de la boca como en todo caso de estrangulación.


Osvaldo Lamborghini, Buenos Aires, septiembre de 1973.

(Este domingo a la medianoche en La otra.- radio, nos meteremos con la escritura del tremendo Osvaldo Lamborghini; van a estar con nosotros Ariel Idez y Matías Pailos, los muchachos de Mate tuerto y quizás alguien más que después confirmaremos. También vamos a escuchar al propio Osvaldo Lamborghini diciendo sus poemas. A las 23:59 del domingo en FM LA TRIBU, 88.7, http://www.fmlatribu.com/).