todos estamos igual

martes, 6 de mayo de 2008

De Palma y la guerra: veinte años después

Por Eduardo D. Benitez

Si algo le hacía falta a Brian De Palma para intensificar el odio visceral que el gobierno de su país -supuestamente- le profesa, era filmar una película como Redacted. Hasta el 2006, ningún problema. La Dalia Negra había reconfirmado su pretérita filiación con el cine noir (y con Hitchcock), con la participación de Hilary Swank como femme fatale de lujo; pero la última realización de este director norteamericano no hace más que quebrar ese parentesco con el cine clásico hollywoodense.

En 1989 Pecados de guerra retrataba, con bastante sensacionalismo y poca invitación a la reflexión, un crimen brutal cometido por soldados americanos en Vietnam. Esta vez De Palma se apropia de un caso real que tuvo lugar en Irak en plena invasión norteamericana: la matanza de casi una familia entera y la violación a una joven iraquí perpetradas por parte de una pequeña fracción de las fuerzas armadas del país anglosajón.

Redacted está alejada de los procedimientos formales más frecuentes en la filmografía de su autor: diálogo constante con el cine de género, trabajo del suspense, estilizados planos secuencia. Al contrario, todo un mundo bélico es arrojado a nuestros ojos por una cámara trepidante y desprolija. Como si un hecho de tal dimensión no pudiera ser filmado sino con la urgencia de una cámara en mano, dando muestras del trabajo físico que esta práctica implica. Es así como De Palma le confiere a su camarógrafo una dura tarea. Si el ejército está allí ofreciendo su cuerpo por causas que ni siquiera le pertenecen, el operador también tendrá que dejar constancia de que ha sufrido, que ha sudado cargando con una cámara carente de trípode, carente de tregua. No porque llevar una cámara al hombro sea un martirio (de hecho la película está filmada con cámaras “ligeras”), sino por el hecho de tener que adoptar la dinámica de la tropa, lo cual lo convierte en un soldado más.

Filmar el trauma de la guerra. Filmar ese mundo en paralelo que construye la guerra, ese mundo del cual los hombres regresan sin mayor experiencia que una miseria pura y reluciente, no resulta fácil. La guerra en Redacted es casi un espacio virtual, ese espacio en abismo en el cual las barreras entre la ficción y lo real están borradas, eso que se registra pero que jamás vamos a poder asir. Vemos a los soldados pasear su aburrimiento en locaciones inhóspitas, los vemos también filmarse entre sí, registrar el proceso de su propia tragedia. Pero... ¿son soldados? ¿O son actores representando a esos supuestos soldados? La totalidad del film está construida sobre la base de esta confusión.

Esa ambigüedad de lo registrado se refuerza por el uso de múltiples dispositivos técnicos de captación de la realidad. Es por eso que este es un film-frankestein, un film monstruo en el que las diversas tecnologías utilizadas van conformando su estética general: cámaras de seguridad, cámaras familiares, videochats, fotomontajes van dando vida a una suerte de criatura audiovisual en la que lo documental y lo representado se involucran mutuamente. Como si, además de reforzar el efecto de realidad con ese recurso estético, De Palma nos estuviera diciendo: el horror no es digno de ser captado en fílmico, la representación del horror sólo es posible con estos retazos de tecnología que la sociedad produce para mirarse a sí misma.
Hay algo que se desliza, algo que pierde peso en este film supuestamente controversial. Si Redacted está propuesta como una película de denuncia, De Palma pierde su eje al individualizar las responsabilidades. ¿En verdad creemos que los soldados que irrumpen en la casa de la familia iraquí son los responsables absolutos de lo que ocurre en aquel lugar, como parece hacernos entender este film? Puede que su autor no tenga como objetivo reflexionar sobre la guerra como producto de un conjunto de hechos históricos. Pero tampoco mostrar sus efectos con este acontecimiento concreto -delineando personajes que podrían tener su correlato en aquellos adolescentes eternamente en celo que acostumbramos a ver en las comedias norteamericanas actuales- nos involucra de lleno en aquello que se quiere tematizar. Por el contrario, lo que se logra de esta manera es la exhibición ingenua del espanto, pues la ira generalizada del público es catalizada por los personajes y no por la idea aterradora de la guerra.

Tal vez pueda considerarse, ingenuamente, a este film como una expresión antibush. Pero Redacted es algo más importante en la filmografía de De Palma: significa un desvío en relación a la totalidad de su obra: el abandono de la capa protectora de Sir Alfred Hitchcock y del fílmico. De Palma, dos veces parricida.

2 comentarios:

Hernán dijo...

Me considero un amante fiel (en exceso) de la obra de Brian De Palma pero temo decir que, cuando vi Redacted en el último Bafici, me decepcioné completamente.
Me habían hablado y había leído acerca de un film realizado a partir de soportes audiovisuales de diferentes orígenes que sabía mezclar con intensidad y nervio el registro cuasi documental con una ficción desesperada que se veía incapaz de abarcar el horror de la guerra. De una imagen que contrastaba la ficción con la realidad de forma novedosa y que hacía de los nuevos registros con cámaras personales y de la comunidad de la web 2.0 una suerte de despliegue de buenas ideas. ¿Y con qué me encontré? Con una película prolija y conservadora en exceso, sin pasión, estúpida en ideas en cuanto a la imagen y a lo que la imagen representa. Y, para rematar una mediocridad que en la sala de cine sinceramente me molestó por mi admiración hacia De Palma, un cierre de fotografías de guerra sobre el que se podrían escribir tratados enteros sobre la abyección cinematográfica.
Uy, escribí mucho, pido disculpas.
Saludos y muy bueno el blog.
Hernán.

Oscar Cuervo dijo...

De Palma no parece tener términos medios: sus películas son buenísimas (Raising Cain, Doble de cuerpo, Carlito's way) o terriblemente fallidas (La hoguera de las vanidades, La dalia negra y esta Redacted). Me parece que lo suyo no es el manifiesto político y que emulando con torpeza un estilo documental está a contramano de las tendencias más interesantes del cine actual, que hacen precisamente lo inverso, desmontar la retórica verosimilista que es tan fácil de imitar y tan poco creible a esta altura. Esperemos que vuelva a su mejor forma.